Sobre una pasarela de moda, protagonizando alguna serie televisiva o anunciando cualquier producto de mercado solo se ven a personas delgadas, musculadas y con facciones que resultan irresistiblemente atractivas. Este es el canon de belleza que se difunde masivamente por los medios de comunicación y los anuncios publicitarios, y una causa común en el desarrollo de patologías relacionadas con la obsesión por el aspecto físico, como la vigorexia y los trastorno de la conducta alimenticia.

La utilización de estos estereotipos por parte de los medios, según explica el publicista de la Universidad Jaume I Carlos Fanjul, «se aplica porque se necesita dar muchísima información en muy poco tiempo, y los estereotipos permiten esa rápida asociación de ideas y valores». De este modo, en la sociedad actual se identifica la imagen de mujer delgada y hombre musculoso con personas que lo tienen todo, que son competentes y triunfadoras. Aumenta la visión, por tanto, de que determinados aspectos físicos y estéticos que no estén en sintonía con el canon de belleza no resultan igual de válidos.

La publicidad, que muestra el modelo ideal cuyas características son deseadas por todos, «puede influir en el establecimiento de las metas y fines que queramos alcanzar», afirma Fanjul. Además, es capaz de determinar la visión que una persona tiene de sí misma y ser la causa, aunque no única ni principal, de sentimientos de inferioridad y complejos. Aun con todo, «la publicidad no ha inventado los estereotipos de belleza, solo toma los modelos aceptados en la sociedad y los potencia», defiende el publicista.

De un modo u otro, queda claro que factores sociales como el canon de belleza imperante, el ideal estético o la presión social sobre la imagen tienen especial incidencia en los casos de patologías como la vigorexia y los trastornos de la conducta alimenticia.