La delegación valenciana acudió ayer al Congreso para hacer visible en Madrid el «problema valenciano», esto es, la pertinaz infrafinanciación y marginación en las inversiones estatales. Pero se dio de bruces con la cruda realidad de la invisibilidad de la C. Valenciana en el escenario nacional. Y es que ni 60 diputados y senadores (de los 350 parlamentarios nacionales) asistieron al debate de la toma en consideración de la reforma del Estatuto para blindar una inversión del Estado en la C. Valenciana igual al peso de la población de ésta en el conjunto de España (el 10,8 %, cuando ahora recibe el 8%).

La iniciativa, tras cuatro años de retraso y sendos aplazamientos y que no podrá ser aprobada esta legislatura por la convocatoria de elecciones, fue avalada al final de la sesión por todos los grupos salvo UpyD, que votó en contra. Cuando a las 16:25 horas el presidente del Congreso, Jesús Posada, reinició el pleno tras el debate de los Presupuestos Generales del Estado para 2016, con el fin de dar paso al punto de la reforma estatutaria, en los escaños del PP tan solo se sentaban 22 parlamentarios de los 185 diputados, entre ellos, la senadora Rita Barberá, junto a la valenciana y portavoz adjunta Marta Torrado. El banco azul era un desierto. Ni el presidente, Mariano Rajoy, ni nadie de su Ejecutivo se quedó.

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, llegó tarde al palco de invitados, sobre las 17 horas, cuando ya habían intervenido los tres representantes de las Corts „el popular Jorge Bellver, el socialista Manuel Mata y Fran Ferri, de Compromís„ y se estaba en el turno de los grupos. Bellver, Mata y Ferri fueron ubicados en el hemiciclo en una mesa, enfrente de la Presidencia. El retraso de Puig vino motivado por su presencia en la apertura del curso académico en España, realizado en Alicante.

A las ausencias de Rajoy y el Ejecutivo se sumó la mayoría de populares, incluido su portavoz, Rafael Hernando. El valenciano Gerardo Camps, ponente de la reforma, ocupaba el sillón de Hernando. En los escaños de enfrente, donde están los socialistas (con 110 miembros) y el resto de grupos, el panorama era similar: Tan solo unos 30 diputados ocupaban su sitio. El valenciano José Luis Ábalos se sentaba en el lugar del líder del PSOE, Pedro Sánchez, ausente. Tampoco se vio a Cayo Lara o Alberto Garzón, de IU. Del resto, los únicos primeros espadas eran Rosa Díez (UpyD), Pere Macias (CiU) o Joan Tardà (ERC). Durante el debate incluso se vio a un diputado socialista jugar al solitario con la tablet del Congreso.

Debate entre valencianos

Fue un debate entre valencianos en el Congreso, con presencia de los representantes de la Comunitat y algunos más. El plato fuerte ayer era doble, los presupuestos y la reforma del Constitucional. Enmedio, se metió el debate valenciano, que sirvió de descanso. La votación de las enmiendas a las cuentas se alargó hasta las 15.50 horas. Posada suspendió el pleno para favorecer la salida de decenas de diputados, que aprovecharon para comer. En ese rato, en el Salón de los Pasos Perdidos, Posada recibió a la delegación valenciana y Rajoy se fotografió con los populares. Hacia el final del debate había unos 90 diputados presentes. La votación, a hora fija, las 21.30, dio como resultado la aprobación de la tramitación con el apoyo de 317 de los 322 diputados presentes y cinco votos en contra de UPyD.

Durante el debate, la delegación valenciana evidenció la división del frente común por la financiación. Populares y la izquierda cruzaron reproches sobre el culpable de la marginación: Zapatero, para los primeros, Aznar y Rajoy, para los segundos. Bellver, Mata y Ferri pidieron el apoyo para que los valencianos sean «iguales». A partir de ahí, fuego cruzado. Bellver criticó que desde 2009 a 2015 la deuda de la Comunitat ha pasado de 16.000 a 40.000 millones «por el modelo de financiación letal de Zapatero». Mata alertó de que la Comunitat vive «una tormenta económica perfecta» que puede llevar a su «desaparición como administración» y al «aniquilamiento económico como pueblo». Y defendió la llegada de recursos «no para que haya coches más rápidos ni barcos pintureros», sino para mejorar los servicios. Ferri censuró la «hipocresía» del PP por votar la reforma y vetar las enmiendas a los presupuestos.

Luego le llegó el turno a los grupos. Gerardo Camps reivindicó que fue el PP el «impulsor» de la reforma e insistió en que Zapatero aprobó «el peor sistema de financiación para los valencianos». El socialista Ábalos mostró gráficas para defender que la marginación ha sido responsabilidad de Aznar y Rajoy, y alertó: «La insuficiencia financiera y la corrupción han hecho que la Comunitat sea un proyecto insostenible». Joan Baldoví, de Compromís, reclamó al PP que tenga «vergüenza» y «decencia», y no intente vender «humo» con la reforma. Ricardo Sixto (EU) advirtió que «en 2016, con el nivel de deuda, la Comunitat será ingobernable».

Montserrat Surroca (Unió Democrática), Teresa Jordà (ERC) y Jordi Xuclà (CDV) expresaron su apoyo por respeto a la posición de las Corts y lo que piden para Cataluña. Julio Leonart (UPyD) dijo que, aunque la Comunitat merece más inversiones, se oponen a que esto se regule por cada comunidad.