El alcalde de la época, Josep Vicent Català, por el PSPV, celebraba una comisión permanente con ediles del PCE y UCD cuando llegó el aviso de la Policía Local. «Sin saber la magnitud, montamos en el coche y nos fuimos», recuerda el mandatario, que se encontró con un escenario sobrecogedor de cadáveres, sangre y mutilaciones.
Dos ediles de su equipo, Alfonso Torres y Máximo Sánchez, acudieron al punto del siniestro a pie, siguiendo el trazado de las vías. Ayer, los tres exmandatarios, junto con el actual alcalde, Michel Montaner, volvieron a ese punto con Levante-EMV.
«Los restos humanos estaban esparcidos por todos los sitios y carbonizados. Los supervivientes gritaban. La imagen no se nos borrará nunca», explicaron los exediles. Sánchez reconocía que la tragedia le afectó psicológicamente bastante tiempo mientras Torres tuvo que dejar de comer carne unos meses.
Ambos valoraban «la enorme solidaridad y el apoyo de alcaldes y vecinos de otros pueblos», que fue clave a la hora de exigir al Gobierno medidas para evitar que el accidente se repitiera.
Josep Vicent Català reflexionaba ayer que «las instituciones tienen la responsabilidad de detectar este tipo de peligros y darles prioridad poniendo los recursos suficientes, antes de que ocurran estas tragedias». Para el exalcalde, «es la lección que tenemos que aprender, porque lamentablemente la historia se repite y la realidad nos demuestra que se resuelve el problema de forma posterior».
Por su parte, Michel Montaner, que sólo tenía 15 años cuando ocurrió el accidente, recuerda «el impacto que se produjo en Xirivella». Su abuela, Josefa Núñez, tenía que coger ese autobús «para ir a Alaquàs», en la parada siguiente a la de Feycu, pero como el vehículo iba abarrotado con las trabajadoras de la factoría, no le fue posible y tomó el siguiente. «Puede que eso le salvara la vida», concluía. Esta tarde el pleno guardará un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas.
