El periodista valenciano, Ignacio Blanch, llegó a Orange Market en 2003 de la mano del mejor padrino posible: el periodista Pedro García, por entonces secretario autonómico de Comunicación de la Generalitat e íntimo amigo de Álvaro Pérez «El Bigotes». La empresa sucursal del grupo de Francisco Correa acababa de dar el salto a Valencia, «porque como habían trabajado con el PP a nivel nacional, conocían a gente de la estructura del PP en la Comunitat Valenciana y veían Valencia como una oportunidad», explicó ayer Ignacio Blanch.

El periodista abrió ayer el turno del centenar largo de testigos que desfilarán hasta febrero por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV), en el juicio por el presunto amaño de contratos de la Conselleria de Turismo con la trama Gürtel.

Según Blanch, una de las primeras lecciones sobre facturación la aprendió de Pablo Crespo, el lugarteniente de Correa e imputado en la causa: «Las administraciones están acostumbradas a trabajar con el fraccionamiento de facturas o contratos de urgencia para evitar los concursos», asegura que le dijo el ex dirigente del PP gallego. «Yo primero lo vi normal, pero después vi algún troceo de facturas que... Vi una línea de trabajo de la que no quería estar al tanto y me automarginé». Blanch no quiso, o no supo, dar más detalles de esta presunta línea oscura. «No le puedo decir nada», respondió a la Fiscal Anticorrupción.

Sólo admitió haber visto en la sede de la empresa de la que él llegó a ser gerente y apoderado a los dirigentes populares Ricardo Costa y Víctor Campos (absuelto y condenado en la causa de los trajes, respectivamente). Y que Álvaro Pérez le presentó un día, no recordaba la fecha, a Rafael Betoret (jefe de gabinete de la consellera de Turismo), cuando éste acudió a la sede de Orange Market. De hecho, era la estrategia de entrada en el «goloso ámbito de la comunicación pública», porque el área de turismo era «muy apetecible para todas las agencias y el modo de penetrar era a través de personas que trabajaban en la conselleria». Aunque todo lo que vio dijo que «fue legal».