Había traído un libro de autor francés, y en esa lengua escrito, para uno de los contertulios, canónigo emérito de la catedral. Sobre el texto hablamos: «¿Qué era, qué es el Vaticano?».

Nuestro emérito canónigo, emérito por edad, muy joven por pensamiento, alabó el escrito. Otro contertulio, agnóstico, educado y señor, me dijo: «Con quien ha traído el libro, Fernando, y con quien lo recibe, tan lejanos en el pensamiento, tan distintos en tantas cosas, es muy agradable estar».

Fernando Cervera fue profesor y amigo. Colaborador también en la Cámara de Comercio de Valencia cuando la presidí. Presidió la comisión de control „CONTROL„ de la Caja de Ahorros de Valencia por los años ochenta. Controló bien y bien lo saben quienes al frente de la caja estaban ejerciendo entonces. Salvador Fernández Calabuig y Emilio Tortosa, entre otros. Luego vino lo que vino y ahora, tan temprano, Fernando se ha ido. Creyente firme, sé que estará ya gozando de su eternidad feliz.