Xeraco roza los 6.000 habitantes y es una pequeña población donde prácticamente todos se conocen. El amplio dispositivo coordinado para detener a Layla H —se habla hasta de 40 agentes movilizados— causó que las noticias sobre la operación corrieran como la pólvora.

Los testimonios de vecinos y conocidos recopilados por este periódico esbozan un retrato de la arrestada que se corresponde con el arquetipo protagonista de este tipo de casos: chicas jóvenes, con pocos amigos, captadas a través de Internet y radicalizadas en tiempos recientes. «El otro día me crucé con ella mientras paseaba con mi hija y me llamó la atención que iba mucho más tapada —solo se le veían los ojos— que en el instituto, cuando sólo se ponía el pañuelo alrededor de la cabeza. Le pregunté a mi hija y me dijo que sí, que era Layla». La que habla es una vecina del municipio que no duda a la hora de destacar que la radicalización de la joven se habría producido durante el último año: «Me han dicho que se fue de viaje y volvió totalmente cambiada», apostilla.

Layla H. reside desde 2006 en Xeraco junto a sus padres y sus tres hermanos. Muchas son las voces que defendieron ayer que se trata de una familia muy integrada en el municipio, al menos los otros miembros. El progenitor trabaja en un conocido almacén de naranjas y antiguos compañeros de trabajo lo definieron como un hombre afable y adaptado a la vida occidental: «Defendía que sus hijos se sentían españoles, que no se querían ir de aquí». A su vez, parece ser que uno de los hermanos de la detenida también está muy integrado en Xeraco: «Tiene muchos amigos y ha jugado al fútbol en el equipo del pueblo. Destacaba bastante, era un buen deportista», el que habla es el padre de un joven que compartió aventuras en el césped con el joven de origen marroquí.

Sin embargo, todo apunta a que Layla H. vivía más aislada que el resto de la familia. Los testimonios hablan de pocas amigas en su entorno, de una chica callada, hasta tímida. Una excompañera de clase comentó que «como mucho eran los otros niños los que se metían con ella, ya sabes que a esas edades se puede ser muy cruel». El tiempo la había cambiado: «Me han dicho que iba todos los días al cajero a sacar fajos de dinero. ¿De donde salía?. Lo que está claro es que era muy retraída». Así definía su comportamiento una vecina de la zona.