Los padres de Layla H, la joven de 20 años detenida el domingo pasado en Xeraco en una espectacular operación policial contra al radicalismo islamista, no se podían creer lo que estaban viendo ni las explicaciones se que les daba la policía. Horas después de que los agentes se la llevaran confesaron que estaban destrozados. «¿Por qué ha pasado esto», ¿qué le ha pasado a mi hija?».

Así lo cuenta una de sus amigas, Ouahiba, que regenta un locutorio justo en frente del edificio donde vive la familia de Xeraco, que desde el domingo está en boca de todos los comentarios.

La joven, marroquí como ella, fue a su casa después de que la policía concluyera la operación policial, y es allí donde, en una conversación entrecortada por la emoción, sus padres le transmitieron el disgusto que sentían.

Ouahiba conoce bien a la detenida porque hablaba habitualmente con ella y a veces subía a su casa. Por eso tampoco se cree que estuviera metida en actos ilegales de apoyo a la violencia o a la guerra. «Ella nunca habló de terrorismo», señala mientras atiende a Levante-EMV en la puerta de su negocio. «Todos sabemos que el islam es paz y es saber perdonar. De matar nada, y ella pensaba lo mismo», indica la joven.

Cuando se le pregunta por qué desde hace dos años empezó a cambiar de vestimenta y a ponerse el velo integral que la caracterizaba en los últimos tiempos Ouahiba señala que Layla «decía que le gustaba ir así y que eso le permitía estar más en contacto con Dios», pero también reconoce que hasta que hizo un viaje a Marruecos vestía casi igual que los jóvenes de su edad y que ella también se sorprendió del cambio.

Aun así, la amiga, igualmente sorprendida por lo ocurrido, desmiente algunos testimonios que sitúan a Layla como una chica aislada. «Hace dos o tres días estaba en el parque y seguía hablando con todos. Exageran quienes la quieren presentar como una chica cerrada en sí misma y que no tenía relación con casi nadie».

Los familiares de la detenida estaban ayer en la vivienda de la calle la Safor, pero, en boca de su hermano, responden que ahora solo quieren tranquilidad.

Sí habla Paco, mientras pasa con su perro por el bar de la esquina, otro xeraquero que la conoció bien. Él tuvo durante un tiempo una novia marroquí y Layla iba a veces a su casa. «Quería ser enfermera porque decía que le gustaba ayudar a la gente», indica este joven, quien añade que notó el cambio de comportamiento en la detenida cuando «empezó a hablar de que los musulmanes estaban machacados y que eran víctimas de la injusticia». «Yo le dije que se dejara todo ese mundo de internet», señala quien sigue camino mientras recuerda que, antes de esta historia, Layla «iba con pantalones vaqueros y melena», como una joven más de esta localidad sorprendida por su mediática y espectacular detención.

Su caso recuerda al de Raja E., otra joven marroquí de 18 años, ahora en prisión, que vivía en Gandia con su familia. En ambos casos, los testimonios sitúan un viaje a su país para ver a los familiares en el origen de la presunta radicalización de sus ideas. Una mujer que vive en el mismo edificio de Xeraco lo corrobora: «Se puso el velo hace unos años y a partir de ahí su vida cambió radicalmente», idéntica expresión que se oyó entre los vecinos de la calle Abat Solà de Gandia cuando se detuvo a la chica.

Ante el juez hoy en Madrid

Más allá de las sospechas de la Policía, Layla H. se someterá hoy en Madrid a las preguntas del juez de la Audiencia Nacional José de la Mata. El magistrado interrogará en la sede que el órgano judicial tiene en Génova a las dos mujeres de nacionalidad marroquí y los dos hombres, uno de ellos de origen marroquí con nacionalidad española, y el otro un musulmán converso de nacionalidad portuguesa, que fueron detenidos en las localidades de Badalona (Barcelona), Toledo y Xeraco.

Los diez acusados formaban parte, presuntamente, de una red dedicada a adoctrinar y reclutar combatientes, la mayoría mujeres, para incrementar activos de la organización terrorista DAESH.

El grupo había establecido una serie de ramificaciones en escala en España y Marruecos, creando conexiones de ámbito internacional que contactaban con terroristas situados en zonas de combate y disponían así de datos a tiempo real.