Ximo Puig, quien ya había pergeñado su propuesta de modelo de financiación autonómica basado en tres tramos —entre ellos, uno de garantía del nivel mínimo de los servicios públicos fundamentales, con un Fondo de Garantía del Estado de Bienestar, «similar al fondo de pensiones»—, completó ayer su modelo abogando por «tres instrumentos»: Un Fondo de Desarrollo Regional para «financiar políticas de crecimiento y promover la convergencia» entre los territorios, otro de Reequilibrio Financiero para que el Estado compense a las comunidades infrafinanciadas y la revisión de las contribuciones forales (País Vasco y Navarra) a las cargas del Estado «para hacer compatible la singularidad institucional con la equidad, solidaridad interterritorial y transparencia».

Puig, quien en esta propuesta coincide con la presidenta andaluza, Susana Díaz, censuró que si los valencianos están infrafinanciados en general (un catalán recibe 303 euros más), la comparación con las forales es «ofensiva», ya que un vasco recibe 2.015 euros más. Los otros dos tramos son para dotar con suficiencia financiera el resto de competencias autonómicas y para crear un espacio fiscal propio de las comunidades para que puedan decidir gastar más, si quieren, pero elevando los impuestos. Certificó que la deuda, más de 40.000 millones, es «inviable» y el Consell «no podrá hacerse cargo» del pago, y alertó de que la Generalitat ahora mismo «está en el abismo».

La popular Bonig acusó a Puig de formar parte de la «primera traición» a la Comunitat y el «pecado original», cuando el expresidente Lerma, del que fue jefe de gabinete, no negoció una «adecuada» dotación de las transferencias por «las ansias de país de la izquierda». Entonces enseñó una foto en blanco y negro de Lerma y Puig, en una época en la que, recalcó, ella estaba «tomando la comunión». Ni corta ni perezosa, mostró una foto suya con traje de comunión. Puig aceptó que las transferencias «se podían haber negociado mejor» pero enfatizó que en 1995 la deuda era el 7 %, «similar a la media, el 6,4 %, y hoy somos los campeones, el 40 %».

Cataluña y una «nueva España»

En el debate surgió su polémica declaración del día anterior, cuando abogó por que Cataluña sea reconocida como nación. Puig insistió en que quiere «que Cataluña esté en España y luchar por una nueva España donde todos los territorios estén bien a gusto», mientras el PP «continúa haciendo crecer a los independentistas y probablemente consiga que sean independientes».