­En un lugar de la Mancha» no era ninguno y a la vez eran todos los pueblos castellanos; y la fama del Quijote eclipsó por siempre a su creador, Cervantes. «En la Pobla n´hi ha un vell» no es ningún sitio concreto „hay ocho Pobles: la Pobla de Vallbona, la Llarga, la del Duc, la de Farnals, la de Arenoso, la de San Miguel, la de Benifassà y la Pobla Tornesa„ pero a la vez es una magnífica sinécdoque: todos los pueblos valencianos quedan ahí condensados. También la popularidad de aquel vell entrañable que protagoniza la canción, el Tio Canya, se comió la gloria de su creador, Vicent Torrent, y ha superado el renombre de sus intérpretes: el grupo Al Tall.

Ahora, Tio Canya, un himno para varias generaciones de valencianos compuesto en 1976, va a cumplir en pocos meses los 40 años. Y aquella historia de humillaciones lingüísticas durante el franquismo y de las posteriores hornadas de valencianocallants que narra esta crónica cantada, salieron de la mente de este afable y educado hombre de 70 años que recibe en su casa de Alcàsser con un irónico «Ave Maria Puríssima».

La broma cobra sentido al poco de iniciarse la confesión. Vicent Torrent, creador del Tio Canya, iba para padre escolapio. Estudió en las Escuelas Pías de la calle Carnissers de Valencia y se metió en el seminario de los escolapios, donde cursó cinco cursos y al final se salió poco antes de ordenarse. ¿Sorpresa? Más desconocida aún es la infancia castellana de la voz de Al Tall. «Yo soy de la generación de los biznietos del Tio Canya: de los que fueron educados en castellano y que después adoptaron el valenciano. Mis padres vivían en Torrent y luego marcharon a Valencia. Y con el cambio de ciudad, a los cuatro primeros hijos siguieron hablándoles en valenciano, pero a mí y al hermano que iba antes que yo ya nos criaron hablándonos en castellano. El castellano fue mi lengua materna hasta los 20 ó 21 años, en que ya tomé conciencia y me pasé al valenciano», cuenta. Tanto es así que rememora cómo en el colegio, hacían sorna „¡el también!„de los alumnos de pueblo que hablaban un castellano con marcado acento valenciano. «Ens descollonàvem d´ells», se sincera. Como en la canción.

Aquel romanç lo compuso en la primavera de 1976 cuando vivía en Torrent. Al Tall ya había sacado su primer disco y Vicent, maestro de escuela, se cogió un mes de permiso sin sueldo para componer canciones del segundo LP. Se encerró en el pequeño estudio de su casa y, junto a otras piezas, parió Tio Canya. «Recuerdo que salió muy deprisa. Porque tenía muy claro lo que quería contar: la experiencia de todo el pueblo valenciano con respecto a la lengua. Y cuando la terminé y me la canté, recuerdo que pensé: I com collons esta cançó no l´ha feta abans ningú?

Pues no. La compuso él. Una carpeta verde guarda hoy la envejecida partitura original (de la que se han hecho litografías numeradas). Son dieciséis líneas de pentagrama con compás de 3/4 y cuatro sostenidos en la armadura. Una bomba generacional en Mi mayor.

La canción habla de cuatro generaciones. El Tio Canya es la primera. Lo retrata con «gorra, brusa negra i una faixa morellana» porque así es como recuerda Vicent Torrent a los mayores de su infancia en los años cuarenta y cincuenta. ¿Pero por qué Tio Canya? «No conocía a ningún Tio Canya. Se me ocurrió el malnom. Y mira la causalidad: en la Pobla Tornesa, creo, me preguntaron si me refería a la familia de los Canya de allí», cuenta. Él no se refería a ninguna Pobla ni a ningún Canya concreto: todo era una metáfora.

Tras topar el Tio Canya y su hijo contra la burocracia y la escuela por no poder hablar en valenciano „dos ámbitos casi superados desde aquel lejano 1976„, la cancillega el famoso estribillo: «Tio Canya, tio Canya / no tens les claus de ta casa: / posa-li un forrellat nou / o et farà fum la teulada». «Es „cuenta Vicent„ una reflexión del narrador: Tio Canya, no mandas en tu casa. Eres mandado por forasters, ahora diríamos colonizadores. Así que espabila y hazte el dueño de tu país. Porque si no cambias el cerrojo, te quemarán la casa y te quedarás en la calle», explica Vicent Torrent.

Es conocido como sigue la canción: los nietos del Tio Canya, «metges, professors i gent lletrada» asentados en Valencia, ya nunca usan el valenciano. Se han castellanizado. Pero biznietos más jóvenes, aunque educados en castellano, vuelven a hablar «com la gent del poble» y alegran al Tio Canya.

«Al principio era una canción más. Pero, poco a poco, caló mucho en los pueblos. Especialmente en la gente más mayor, la primera generación de Tios Canyes, a los que se les saltaban las lágrimas de emoción». La bola fue creciendo. La canción mutó a himno. Y fue tanto el éxito que saturó al padre de la criatura. «Hubo una temporada, hace muchos años, en que dejamos de cantarla. Llevábamos siete u ocho discos y el público seguía pidiéndola. Decidimos dejarla durmiendo. Pero no llegó ni a un año. ¡Porque los organizadores nos querían matar en los conciertos en los que no la cantábamos!», dice.

Como sir Arthur Conan Doyle, que mató a su Sherlock Holmes y luego se vio obligado a resucitarlo por el clamor popular, el Tio Canya volvió a los escenarios. Y ya nunca se bajó. Ahora, Pep Gimeno, Botifarra, la canta en su nuevo disco: otra oportunidad para llegar a nuevas generaciones.

Y la gran pregunta: ¿Ha regresado ya el Tio Canya a Valencia? «El Tio Canya aún se lo está pensando si vuelve o no a Valencia „responde Vicent. Es cierto que es un momento propicio tras el cambio político. El Tio Canya podría decidirse a volver a Valencia. Pero aún hay mucha presión. Y habrá que ver la habilidad de los nuevos representantes en colaborar en el proceso de revalencianización. ¡A lo mejor al Tio Canya lo vemos pronto en una batalla de flores subido a un carro y arrojando claveles!».