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Entrevista

Donna Hicks: "La dignidad humana está ausente en las mesas de negociación"

Hicks aplica su método de mediación entre países a los problemas laborales en empresas e instituciones

Donna Hicks: "La dignidad humana está ausente en las mesas de negociación"

«En esta cultura todo el mundo gana. Todos son iguales en dignidad, quien tiene más poder no puede maltratar o ignorar a la gente». Esta es la base del modelo que Donna Hicks (Massachusetts, 1950), utiliza para resolver conflictos, tanto internacionales como cotidianos. Hicks participó durante la semana pasada en el Encuentro de Excelencia VLC/Campus sobre conflicto y dignidad humana, un foro organizado por la Universitat de València (a través del IECO, instituto del que es miembro del consejo asesor), y la Generalitat Valenciana. La experta explicó que los elementos de la dignidad son siempre los mismos: identidad, reconocimiento, inclusión, justicia, y sentirse comprendido, además de seguro.

Irlanda, Corea del Norte, Oriente Medio, Cuba, Colombia, Sri Lanka, Camboya? ¿Cuál fue su papel en la mediación de estos conflictos y qué tienen en común todos ellos?

Mi papel en esos conflictos era el de facilitar los diálogos, dar una oportunidad a las dos comunidades enfrentadas para sentarse. Las partes siempre piensan que su conflicto es único, pero todas tienen en común la dimensión humana. Las reacciones humanas son las mismas: todos sienten que les maltratan.

¿Cuál es la mejor manera de resolver un conflicto?

Hay muchos niveles para mediar; yo trabajo con las salidas emocionales. Hay que dejar a las partes contar qué les ocurre y qué le pasó a sus antepasados, cuáles son sus características culturales, sus historias, sus dramas? Primero se tiene que reconocer la humanidad y la dignidad de la otra parte, porque en un conflicto se deja de lado; la gente odia. Si se va directamente a cuestiones políticas sin haber dialogado sobre la dimensión humana, el conflicto nunca se resolverá. Además, también es necesario un acuerdo entre los líderes de las dos comunidades. Los dos bandos tienen que reconciliarse. Por tanto, hay tres pasos: la dignidad, la política y la reconciliación.

¿Para qué sirvió esta experiencia internacional? ¿Su «modelo de dignidad» es el resultado de ella?

Desarrollé el modelo después de 20 años trabajando. Estas cuestiones me perseguían, no podía dormir. En todos los sitios vi lo mismo: que la dimensión humana se olvidaba. Así que desarrollé mi modelo. Sigo sorprendiéndome cada vez que hablo de esto; algo tan fundamental para la experiencia humana „como es la dignidad, que consiste en ser tratado como un ser humano„ nunca está presente en las mesas de negociaciones. Eso es el motor de estos conflictos.

¿Cree que cuando los políticos negocian sobre un conflicto se olvidan de las personas?

Absolutamente. Mi experiencia me dice que sí. Presionan con sus agendas políticas hasta que la parte humana, las relaciones, se rompen? Es lo que pasa en Oriente Medio.

Quizás la actualidad es un ejemplo de ello, con los refugiados sirios en nuestra frontera y la UE aplazando negociaciones, ¿no?

En Occidente nunca habíamos tenido una crisis humanitaria de esta magnitud. Creo que ignoramos la situación real. Pensamos que dicen «oh, me gustaría mudarme a Alemania» o «querría ir a España porque el tiempo es mejor». Esta gente lo ha perdido todo, están sufriendo. Cuidan de sus familias y están devastados por dejar Siria; aman su país. Es terrible cómo están siendo tratados, descorazonador. No nos anticipamos. Ahora tiene que plantearse una solución global, es un problema mundial, resultado de una política fallida por mi gobierno, porque esta situación no tenía que haber llegado a este punto. Me pregunto qué paso en 2011 para que Obama no actuara cuando se traspasaron determinadas líneas rojas. Nos falta una voz global para decir que no es aceptable tratar así a seres humanos. Tenemos que recibir a esta gente, pero ¿ qué pasa con ese régimen tan brutal?

Ahora ha pasado del ámbito internacional a uno más local ya que también asesora a empresas en la resolución de conflictos laborales. ¿Está nuestro día a día lleno de pequeños conflictos?

Una gran empresa estadounidense me pidió ayuda. Nunca me lo había planteado porque mi especialidad son las políticas y relaciones internacionales, pero cuando empecé a hablar con los trabajadores me di cuenta que se podían aplicar las mismas soluciones sobre la dignidad. Sentí que había encontrado un vínculo perdido. La gente no quiere ser maltratada o invisible. El mismo método para sanar violaciones de dignidad lo podía usar en España o EE UU, y en Camboya. La dignidad es un concepto universal que traspasa culturas; todos queremos ser tratados bien, es muy simple.

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