Perdón. Sin defender su persona, pero argumentando su postura. Tres días después de realizar unas declaraciones donde calificó a los refugiados de «invasión» y «caballo de troya», poniendo en duda, además, que todos los que lleguen a España «sean trigo limpio», el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha pedido perdón. Lo hizo a través de una carta, con «total sinceridad» y «de buen grado».

Tras tres días de duras descalificaciones donde entidades —incluidas las católicas—, personalidades políticas y ONG le han acusado de «xenófobo», «racista» y «ser de extrema derecha», entre otras lindezas, el cardenal quiso ayer frenar la oleada de críticas —que calificó de «linchamiento a mi persona» y una «manipulación de mi pensamiento, de mis palabras y de mi corazón»— pidiendo perdón, en primer lugar a «los refugiados, perseguidos y emigrantes venidos a España en los últimos meses si tales declaraciones les han podido producir algún daño», y en segundo lugar «a los diocesanos de Valencia, a los cátolicos de esta Iglesia» ante un posible «daño moral».

De todas las declaraciones realizadas por Cañizares en el Fórum Europa, hubo una que ayer, el cardenal quiso explicar al detalle. Y es que cuando se refirió a que «no todos los refugiados que llegan son trigo limpio» no pretendió «descalificar a todos los refugiados, huidos, inmigrantes o perseguidos» sino, al contrario, «defenderlos». «No tengo ninguna prevención: solo afirmo que se tenga prudencia; no digo más de lo que dijo el Papa:’existe el peligro de infiltración, eso es cierto’. Me refiero a los hechos y a las informaciones veraces de las que dispongo; y la Comunidad Europea, en reunión de más alto nivel, acaba de confirmar mis preocupaciones. Y añado que hay que defender la identidad y la historia de Europa y de España misma y prevenir; no creo que esto sea reprobable», explica el cardenal arzobispo de Valencia en la misiva. Por eso, Cañizares hizo especial hincapié en que sus palabras «se han malinterpretado incorrectamente».

Sintonía con la Conferencia Episcopal

Durante tres días parecía que el cardenal arzobispo de Valencia se mostraba ajeno a la lluvia de críticas, pero no era así, tal como reconoce en la carta donde pide perdón. «Debo confesar, por lealtad y por justicia, que me han dolido algunas de las cosas que han dicho de mí, sin fundamento alguno, sobre todo, por venir de quienes venían, personas significativas. Bien sabe Dios, lo digo con toda humildad, que no haría esta nota y con la firmeza que la hago, si no fuese por servir al bien común y a la Iglesia», explica en una carta donde recalca, de principio a fin, su «amor por los refugiados», su comunión «plena con el Papa» y su «sintonía» total con la Conferencia Episcopal.