Sus declaraciones sobre los refugiados sorprendieron a la propia Iglesia y causaron indignación en el resto. Sin embargo, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, se mostró ayer ajeno a las múltiples reacciones que generó que calificara la llegada de refugiados como «una invasión» y una menaza a Europa porque «pueden ser el caballo de Troya» de las sociedades europeas al cuestionar que no todos los que lleguen sean «trigo limpio». Ahora bien, el que no se mostró ajeno a las declaraciones del cardenal arzobispo de Valencia fue el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez.

El mismo día de las declaraciones „el pasado martes„ guardó silencio pero ayer, aprovechó la ocasión que le brindó la clausura del V centenario del nacimiento de Santa Teresa para recordarle al cardenal Cañizares, que se encontraba en este acto, en Ávila, cuál es la postura de la Iglesia sobre la llegada de los refugiados. «La presencia de Jesús se prolonga especialmente en los pobres y enfermos, en los perseguidos y refugiados, en los excluidos y descartados», aseguró en la homilía. Y es que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Blázquez no dudó en realizar esta reflexión, la misma línea marcada por el Papa Francisco, ante 6.500 personas y una veintena de obispos y arzobispos entre los que se encontraba Antonio Cañizares, que tomó buena nota del mensaje.

De hecho, esa fue la misma reflexión que utilizó, horas después, en la homilía que él mismo pronunció en Valencia, a las 19,30 horas, en la parroquia de Santa Teresa de Jesús donde se clausuraba el V centenario del nacimiento de la religiosa. Y es que aunque no pronunció la palabra «refugiado» repitió el mensaje que había escuchado esa misma mañana.

«Como Santa Teresa hay que mostrar caridad con los pobres de los nuevos tiempos, con los inmigrantes que han tenido que salir de su tierra por miles de razones. Las obras de hoy deben ser a través de los nuevos pobres de la humanidad», aseguró, modificando, así, de alguna manera, el mensaje que levantó ampollas. Sin embargo, ni rectificó sus declaraciones ni negó las mismas.