No quiso ser foco de polémica así que, ayer, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, cambió su discurso en la conferencia que dio en la sede de Lo Rat Penat y que, en teoría, llevaba el título «Ante la situación española». «Mi exposición iba a centrarse en la Iglesia en Valencia, pero he creído, por el clima social que estamos viviendo, que era mejor centrarla en Europa y en lo que la Iglesia está llamada a hacer», explicó al comienzo de su intervención.

Cañizares abordó la conferencia cuidando las palabras, con constantes reproducciones y alusiones a textos y parlamentos del papa Francisco y de los dos papas anteriores (Juan Pablo II y Benedicto XVI) y —eso sí y a pesar de hablar de Europa— sin hacer referencia alguna a los «refugiados» que le pusieron en el punto de mira cuando, la semana pasada, se refirió a ellos como «caballo de troya» al cuestionar que no todos los desplazados «son trigo limpio». Y eso que el vicepresidente de Lo Rat Penat, Fernando Millán, se lo puso fácil. Y es que en la presentación del prelado, el vicepresidente de Lo Rat Penat quiso agradecer, de forma explícita, la «valentía» de Cañizares en dos momentos: «al pedir una oración por la unidad de España» y al «defender la civilización occidental» ya que «es hipócrita no decir que, junto a las miles de personas que llegarán huyendo del horrar también vendrá quien quiera castigar la civilización occidental». El cardenal arzobispo de Valencia, sin embargo, tomó la palabra después sin hacer referencia alguna.

Cañizares anunció, eso sí, que mañana (por hoy) iniciaría una ronda de entrevistas con los principales líderes religiosos —comenzando por el presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatary— para que las religiones «sean entendidas como un instrumento de paz y cohesión».

Libertad religiosa en la escuela

Además, recordó los orígenes de Europa para luego preguntar: «¿Será cristiana la Europa de mañana?». Por ello, defendió la «libertad religiosa», sobre todo en la educación, al asegurar que las religiones «deben colaborar con la escuela» ya que ahí «se forman las conciencias» para rechazar, por último, la «cultura de la nada, del relativismo o del escepticismo vendido como conquista intelectual».