Francisco Girón tenía el don de propiciar que los que le conocimos fuéramos mejores personas. Su historia es la de un pedagogo y activista cultural al servicio de los demás, de los más vulnerables, de los olvidados. Su compromiso social con los más débiles y su lucha decidida contra las desigualdades sociales son los principios que guiaron su vida.

Nació en Córdoba en el seno de una familia humilde que se trasladó al Barrio del Cristo de Aldaia-Quart de Poblet cuando tan sólo tenía un año. Aquí desempeñó una importante labor como activista político durante la dictadura y la transición teniendo presente las duras condiciones de vida, salubridad y hacinamiento que se dieron en los suburbios de las grandes ciudades.

Después de unos difíciles inicios marcadamente autodidactas, decidió comenzar sus estudios de Magisterio y más tarde de Psicología al calor de los movimientos de renovación pedagógica que surgieron a finales de los años setenta. Allí conoció a Sonsoles Giner, su inseparable mujer, con la que compartió toda una vida dedicada a su familia, la enseñanza y la cultura.

Coincidiendo con los balbuceos de la democracia pronto empezó a recorrer el País Valenciano de norte a sur ejerciendo como maestro rural en pueblos como Jarafuel (El Valle de Ayora), donde las necesidades educativas eran enormes.

Años más tarde, ya con dos hijos, la familia se instaló en Rocafort donde Francisco y Sonsoles escogieron las plazas más difíciles, las que nadie quería: el Barrio del Cristo, el colegio Díaz Pintado en el barrio de las 613 viviendas de Burjassot (fue varios años su director) o el CEIP Villar Palasí de Burjassot completaron el periplo.

Por las enseñanzas de «Don Paco» „como le llamaban respetuosamente y cariñosamente sus pupilos„ pasaron centenares de alumnos que años después de que les hubiera impartido clase le recordaban tanto por sus cualidades docentes como „muy especialmente„ por su calidad humana, humildad, bonhomía y compromiso con aquellos alumnos con más dificultades.

Buena parte de ellos consiguieron completar sus estudios gracias a los esfuerzos y desvelos de esta estirpe de profesores anónimos que siempre creyeron en la educación pública como un arma cargada de futuro, un activo fundamental para el desarrollo y la emancipación de las personas y los pueblos.

Hoy en día resulta necesario reivindicar en tierras valencianas a personas como «Don Paco» que encarnan los valores contrarios al de aquellos que hicieron de la corrupción, el despilfarro y el robo a los pobres su forma de vida.