Podría haber elegido a otro, pero, para desgracia entonces de Adrián Campos, el expresidente Camps tocó con su varita a Jorge Martínez Aspar. Él, Vicente Cotino (Sedesa), Bancaja y Fernando Roig constituyeron la firma Valmor Sports, piedra sobre la que Camps edificó su Iglesia eventista: la Fórmula 1. El expresidente prometió que no costaría un duro. Y cumplió. Al contribuyente le salió por más de 275 millones, pero de euros. La Generalitat asumió el canon que debía pagar Valmor a Ecclestone y luego compró por un euro la empresa, con herencia incluida de más de 34 millones de deuda. Se aplicó a rajatabla la regla de privatizar beneficios y mancomunar pérdidas.

Todo régimen tiene sus iconos. Fijos y móviles. Aspar forma parte de la galería de los segundos en la etapa popular, lo mismo que el Juan Carlos Ferrero del «Agua para todos» y del Open de Tenis ahora caído en desgracia.

Con la crisis, la iconografía se fue derrumbando a pedazos como el trencadís del Palau de les Arts o la reputación de Calatrava. Con la crisis llegó Alberto Fabra y los 250.000 euros que el Aspar Team recibía como patrocinio de la Generalitat fueron barridos del presupuesto. Las motos de Aspar dejaron de ir sobre ruedas. Y los coches. En 2013 ya no se celebró el Gran Premio de Europa. Hoy, Camps y Aspar están imputados en un juzgado a raíz de sendas denuncias de EU y el PSPV.

Ha llegado la izquierda al gobierno de la diputación y le ha quitado el patrocinio que le quedaba. El poder valenciano ha dejado sin gasolina al Aspar Team.