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Análisis

Oltra inicia su carrera hacia el Palau

La líder de Iniciativa gana otro pulso al Bloc, que se resigna a pactar solo con Podemos para evitar la ruptura de Compromís y su efecto en el Consell - La dirigente de Compromís aspira a que el acuerdo sea el primer paso para liderar la casa común de la izquierda frente al PSPV

Oltra inicia su carrera hacia el Palau

Como hombre de trinquet, Enric Morera sabe que las partidas «es guanyen quan s'arreglen». El líder del Bloc y su ejecutiva siempre sospecharon que el guión de las negociaciones entre Compromís y Podemos tenía un final escrito a los pies de un cartel electoral con la foto de Pablo Iglesias y Mònica Oltra. En la tensa y maratoniana ejecutiva de Compromís del 20 de octubre, el Bloc actuó en bloque e hizo valer su mayoría (11 de 21 miembros) para exponer sus exigencias en un posible -y no deseado- pacto con Podemos, negociado y planteado por la Iniciativa de Oltra.

Hacía mucho tiempo que los nacionalistas no exhibían tanta cohesión interna. Tener un congreso a la vista (fijado para la primera mitad de 2016) ayudaba. Nadie, ni los más críticos con la dirección, se desmarcó para defender el acuerdo. Caso del síndic de Compromís, Fran Ferri, aspirante a liderar el Bloc, el conseller Vicent Marzà o la secretaria de organización, Àgueda Micó. Y eso que los tres lindan más políticamente con Oltra que con Morera. Y los tres la esperaron en una cafetería de la estación Joaquín Sorolla para, en los días posteriores a las elecciones autonómicas, trasladarle a la que fue cartel electoral que había que empezar a construir el pacto con Podemos, tanto para presionar al PSPV en la negociación del gobierno como de cara a las generales. A la hoy vicepresidenta le gusta recordar ese entusiasmo proPodemos desde el Bloc cuando la acusan de ser la gran patrocinadora, con el estratega de su partido Pasqual Mollà, de la confluencia con Podemos. Pero el día de la ejecutiva de Compromís, en la formación valencianista cerraron filas al sentirse atacados desde fuera. Emularon a las bandadas de estorninos. Nadie del Bloc quiso desgastarse internamente aliándose con Iniciativa.

Grupo, marca y programa. La ejecutiva valencianista puso como condición indispensable para el pacto tener garantías de poder formar un grupo propio valenciano en el Congreso y el liderazgo de Compromís en la coalición. Los nacionalistas llegaban a la recta final de la negociación con el aval de una masiva recogida de firmas (más de 1.700) entre cargos públicos y militantes partidarios de que Compromís se presentara en solitario y un abrumador no al pacto, expresado por los afiliados en la consulta que acabó el 19 de septiembre. 1.113 votos, el 74% de los que participaron. «O hay pacto, o Iniciativa se va sola con Podemos», tituló este diario su crónica el 22 de octubre. Era el planteamiento que hacían desde Iniciativa, que, en el cruce soterrado de mensajes, trasladaban su disposición a concurrir, llegado el caso, con el partido de Iglesias y sin el Bloc. Si vienes bien y si no me voy yo, era el mensaje.

Una hipótesis de cese temporal de la vida en pareja al que la vicepresidenta le quitaba cualquier carga dramática e incluso lo vendía como oportunidad de oxigenar las relaciones en el seno de la coalición-cooperativa. Un marco de convivencia sobre el que se posa una nube tóxica que contamina las relaciones en cada proceso que se abre. Ya sea el reglamento de primarias para las autonómicas o la negociación con el PSPV para formar Consell, momento en el que Oltra hizo valer su decisiva contribución, con su tirón electoral, a la eclosión de Compromís (452.654 votos y 19 diputados) y consagró su dominio total en la coalición.

De vetos... a faroles. Episodios como el veto a la candidata de Morera a consellera de Educación, Gràcia Jiménez, evidenciaron la debilidad del liderazgo nacionalista y acentuaron la crisis de autoestima en una parte importante de la formación. «La cuestión era o pacto o se rompía Compromís», apunta un dirigente próximo a Enric Morera, y añade: «Lo de Iniciativa no era un farol, iban en serio». En el Bloc siempre entendieron que concurrir por separado significaba ruptura definitiva de las dos almas de Compromís, la que se define por su nacionalismo y la que busca referenciarse con partidos domiciliados en Madrid. Un cisma que habría tenido consecuencias en el Consell que se gobierna a medias con los socialistas. El Bloc devolvió los avisos de advertencia a Iniciativa y le recordó que en el grupo de las Corts hay mayoría nacionalista. «Sería la primera vicepresidenta en un grupo de no adscritos», llegó a verbalizar un miembro de la ejecutiva.

Desde después de las autonómicas, la vicepresidenta y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, estaban resueltos a alcanzar un acuerdo. Para Oltra es el primer paso de cara a liderar la casa común de la izquierda valenciana frente al PSPV. De entrada, el pacto permitirá exhibir ante sus socios del Consell y puede que desde el mismísimo lunes de resaca electoral, un músculo político desafiante a la exigua posición de ventaja socialista. Un momento propicio para abrirle a Antonio Montiel la puerta de entrada al Gobierno autonómico con el aval de un capital político revalorizado merced a las acciones sindicadas entre Compromís y Podemos. Esta vez , al contrario que en la previa al Acord del Botànic, Oltra podrá invocar la comunión en una sola fe de 32 diputados de las Corts (739.000 votos frente a 509.000 socialistas) cuya representación ya se arrogó para reclamarle a Ximo Puig la presidencia.

El dirección del Bloc acabó por admitir que sin Iniciativa no podía presentarse con la marca Compromís y se resignó al pacto, pero necesitaba la presencia de un tercero, Esquerra Unida, para que sus afiliados tragaran de forma más digerible al partido de Pablo Iglesias, al que ven «más centralista que el PSOE», apunta un dirigente en horas bajas y al que no perdonan su posición antinacionalista en Cataluña.

Lágrimas de impotencia. El Consell Nacional apostó por una plataforma de izquierdas «de estricta obediencia valenciana y con un programa electoral hecho y pensado desde el País Valenciano», rezaba la propuesta aprobada el 31 de octubre por ese órgano. El martes 3 de noviembre tocaba de nuevo someter el plan a una consulta a los afiliados. El plan B que se ofrecía era concurrir como Bloc, desechada ya la opción de presentarse como Compromís, jurídicamente inviable sin Iniciativa y VerdsEquo. Los militantes apoyaron en un 75,6% el pacto a tres. Pero mientras se producía la votación en la que se optaría por tercera vez por una opción distinta al bipartito con Podemos, en la ejecutiva del Bloc alguien derramó lágrimas de impotencia ante la incapacidad de cumplir el mandato de sus afiliados y contar para la confluencia con EU, a la que ni Podemos ni Iniciativa nunca quisieron. Por eso no le entregaron ningún protocolo de acuerdo con las condiciones del pacto entre los protagonistas de una relación y ruptura traumática en aquel primer Compromís de 2007. Por eso en EU se impuso el no defendido por el líder de los comunistas, Javier Parra, la exdirigente Glòria Marcos y hasta el propio diputado Ricardo Sixto.

Finalmente, Compromís y Podemos firmaron el protocolo en la notaría Badia-Orts este viernes, en el «último minuto», como había augurado Oltra, e instantes después de que el Consell Nacional retrató aritméticamente la fractura interna del Bloc, al bendecir el acuerdo que nunca habían querido con 76 síes (52%) frente a 66 noes. Mes y medio después del primer referéndum de reafirmación del Bloc frente a «la izquierda española», que diría la concejala de Valencia Consol Castillo (dimitida de la ejecutiva) la firma de Morera tenía, para muchos, tintes de rendición resignada o, como apunta el propio entorno del secretario general, «responsable».

Pere Mayor se distancia. El pacto que se ha tragado el Bloc no recoge sus exigencias innegociables. No se garantiza grupo propio en el Congreso (depende de la interpretación que del reglamento haga la Mesa, como subrayaron Morera y Montiel), ni Podemos asume un decálogo de mínimos valencianistas de cara a una posible investidura, ni Compromís lidera el pacto.

La pinza entre Podemos e Iniciativa controlará la comisión política de 6 miembros que dirigirá el pacto. El Bloc tendrá un solo representante, lo mismo que Iniciativa y Podemos, 3. La vicepresidenta ha cuadrado el círculo. Extiende su manto sobre Podemos, pone en marcha una maquinaria de enorme potencial electoral y asesta otro golpe a la hegemonía del Bloc y acentúa sus disensiones.

Consuma hasta el cisma entre Morera y su antecesor Pere Mayor, que en su día lo apadrinó. Y regala al presidente Ximo Puig y al PSPV motivos para estar seriamente preocupados.

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