«Quiero un ejercito de legionarios y guerreros al frente del PP». Lo dijo por primera vez Isabel Bonig allá por el mes de junio de 2014 cuando el todavía presidente de la Generalitat y del PPCV, Alberto Fabra, decidió prescindir de Serafín Castellano y encomendar a su entonces consellera de Infraestructuras la secretaría general del partido. El lenguaje belicista ha acompañado a la «Thatcher de la Vall d'Uixó» en el último año y medio. Bonig quería «rearmar» ideológicamente el partido e inyectar ánimos a una «tropa» que tras la debacle electoral había sido expulsada de sus dominios.

La lideresa popular tiene claro su objetivo y también una estrategia que pasa por dar guerra y sacudirse los complejos. A la presidenta del PPCV, el estilo guerrero le acompaña por naturaleza. No hay pose. Y esta travesía, se han subido al barco los dirigentes que por talante están más inclinados al encontronazo verbal con el contrario. En cambio, los más propensos al diálogo y a unas formas tranquilas que Fabra encarnó a la perfección, han quedado arrinconadas.

Esto explica que Bonig se haya encontrado con guerrilleros que quizás no esperaba porque sus lealtades estuvieron mucho tiempo del lado de Fabra. Es el caso de Alfredo Castelló y Rubén Ibañez, conocidos en el grupo como «los primos» y quienes fueron importantes apoyos del exsindic de grupo popular y actual diputado, Jorge Bellver, la mano derecha de Fabra en las Corts la pasada legislatura.

Al expresidente del Consell hay que reconocerle que fue, de sus dos antecesores (Eduardo Zaplana y Francisco Camps) el único que, una vez tiró la toalla, no ha tratado de influir en su sucesor. Y si lo ha hecho, poco se ha notado. Ahora bien, es conocido que Bonig no era la persona que Fabra quería para que le relevara al frente del partido. Su apuesta era la exportavoz del Consell, María José Català, quien tiene un talante más parecido al de Fabra.

En una de las últimas conversaciones informales de Fabra con los periodistas (en la víspera de salir del Palau) el expresidente admitió, si aludir a nadie, su preocupación porque tras su marcha el partido girara a la derecha.

Reiteró su defensa de las posiciones centristas y abogó por unas nuevas forma de hacer política en las que la confrontación no fuera a cara de perro. En su afán de ser conciliador, Fabra llegó a anunciar que se abstendría en la investidura de Puig. A las pocas horas, Bonig, de acuerdo con la dirección nacional del PP, tuvo que rectificar al presidente y anunciaba el voto en contra del PP.

Con Fabra fuera del partido y con el apoyo de Génova y los barones provinciales, Bonig, una dirigente que encandiló a Camps en un mitin en la Vall d'Uixó cuando era alcaldesa y, ya como consellera, a Carlos Floriano (exresponsable de Organización del PP) en una reunión en las sede del PPCV, ha impuesto su estilo y varios se han sumado.

El 'soldado' que más se ha destacado estos últimas semanas es el diputado Rubén Ibáñez, que con su denuncia sobre la subvención a la empresa municipal que gestiona el matadero de Morella ha logrado marcar la agenda mediática. El presidente ha contribuido involuntariamente a dar protagonismo al aguerrido diputado al llamarle «payaso» en el pleno de las Corts. Moreno también sacó los colores al Consell hace dos semanas al descubrir se había retirado de tapadillo de la ley de acompañamiento la supresión del copago.

También Alfredo Castelló está metido de lleno en su papel de diputado de la oposición y en sus intervenciones marca de cerca al bipartito. Aunque con un estilo menos agresivo, también apunta para dar el exconseller de Gobernación, Luis Santamaría, quien también ocupó un papel importante en el círculo de influencia de Fabra. Bonig lo excluyó de su ejecutiva, pero se está apoyando bastante en él en el trabajo de las Corts.

También Eva Ortiz se ha destapado como una parlamentaria sin pelos en la lengua. La alicantina, persona de confianza de José Císcar, es además mano derecha de Bonig en el partido. Está entregada a la causa y es un valor ascendente que se entiende bien con la lideresa.

Bonig ya tiene la avanzadilla de su ejercito. Le quedan tres meses para hacer tropa para retener la presidencia de cara al congreso regional del PPCV.