El cambio de gobierno que se ha producido en la Comunidad Valenciana tras 20 años de ejecutivos presididos por el Partido Popular ha traído consigo distintos discursos y una variación de posturas de algunos interlocutores. En el caso sindical, ha conllevado una mutación evidente de las actuaciones y comportamiento de UGT, CC OO y SIMAP- Intersindical.

Con apenas cinco meses de mandato, el nuevo Consell ha logrado no solo ganarse la simpatía de estos tres sindicatos, sino su defensa a ultranza. Así lo han confirmado en las mesas generales de negociación celebradas, donde bastaba a la consellera de Justicia y Administración Pública con trasladar a la Comunidad Valenciana medidas aprobadas a nivel estatal, como el anuncio de devolución este trimestre de un cuarto de la extra de 2012 no abonada, para obtener los parabienes de las tres fuerzas sindicales citadas. Esta actitud no deja de sorprendernos por el contraste que supone con la continua confrontación con el Gobierno anterior del Partido Popular.

Incluso el observar ese cambio radical de comportamiento pasa de la sorpresa antes citada a la estupefacción. Y lo hace cuando escuchamos cómo enseñan estos sindicatos a la Administración a publicitarse. Por ejemplo, el Consell propone, motu proprio, unas concesiones que estos sindicatos le piden que se transformen en acuerdo con el simple y real objetivo de exhibirlo en una fotografía.

Más aún, nos hemos quedado atónitos al comprobar cómo buscan un nuevo enemigo. Una vez la Administración ha dejado de ser el oponente al que enfrentarse, han girado su mirada hacia sus compañeros sindicales de mesa general. Posiblemente les moleste que CSI·F no se someta a los dictados del Consell, como tampoco lo hizo cuando gobernaba el PP y consideraba que sus decisiones perjudicaban a los trabajadores.

Ante la virulencia de las críticas de las tres fuerzas sindicales citadas al inicio, la central sindical se ha visto obligada a cambiar de estrategia. A su carácter negociador y dialogante se suma el destapar ´las vergüenzas´ de otros agentes sociales, publicitándolas sin complejos. Esto provoca que, todavía más, nos coloquemos en el centro de la diana para ellos.

No nos importa. Mantendremos nuestra línea de independencia, de primar el fin último de un sindicato profesional como el nuestro: la defensa de los trabajadores. No nos intimidan las críticas de compañeros de otras fuerzas sindicales que, con una rapidez pasmosa, se han conchabado con el poder.