El Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna quiere que sus vecinos conozcan los rincones con mayor valor paisajístico y natural de su término. Joyas silenciosas y escondidas que, en muchos casos, pasan desapercibidas y guardan tras de sí una interesante historia que las convierte en excepcionales.

Para ello, ha organizado una ruta turística que abarca desde el centro de la ciudad hasta la zona de los «ullals», en la playa, pasando por el Racó de Joana donde se emplaza la ermita de Sant Llorenç o el mirador de la Valldigna. Supone toda una experiencia para quienes desean conocer un poco más de su entorno dejando de lado el bullicio de la ciudad y centrándose en la placidez de la naturaleza que, en esta estación, ofrece una imagen diferente al resto del año.

El camino permite sentir los olores característicos de la flora local y apreciar, a vista de pájaro, todos los campos de naranjos con las características manchas de color anaranjado. Son ocho kilómetros para el disfrute de los sentidos durante las cinco horas que dura el paseo.

Uno de los guías de esta ruta es Paco Magraner, quien explica que «el objetivo fundamental de es la puesta en valor de nuestros parajes naturales y que los participantes disfruten de un día envueltos por la naturaleza y, de paso, descubran el rico patrimonio natural que les ofrece Tavernes de la Valldigna.

El camino arranca en la plaza del ayuntamiento, pasando por la plaza de l’Església, se asciende hasta la zona del Club de Tenis. Allí se deja de lado la zona urbana y arranca el contacto con el medio natural. La primera parada será en la zona de Sant Llorenç, a la que se accede bordeando un sendero a las faldas de la montaña de les Creus y donde el paseante se topa con la flora típica de esta estación del año. Tras reponer fuerzas, el camino se dirige hasta el mirador de la Valldigna. A modo de panorámica, el excursionista podrá observar, en un día claro, las impresionantes vistas que abarcan desde Valencia hasta Dénia, la majestuosidad del mar unido a la localización de las diferentes áreas urbanas que conforman las playas de Cullera, Tavernes, Xeraco o Gandia.

Otra de las atracciones de estas vistas es la de poder ver el manto de verde que conforman los naranjos en plena producción.

Tras estas sensaciones, la ruta continúa, ya en sentido descendente, hasta los «ullals» que se encuentran situados a una parte de la carretera que da acceso a la playa vallera. En estos humedales existen numerosas especies tanto vegetales como animales típicas de la zona como el pato del Coll verd o la Bova, moreras o arbustos autóctonos.

Toda esta ruta cuenta con el añadido de que, hace unos meses, el esfuerzo de la gente que ha formado parte de la iniciativa local del taller ocupacional «Revalorització dels recursos turístics i naturals», que ahora se encuentra en su segunda fase, ha mejorado notablemente varios espacios del término, a los que se ha añadido numerosa información sobre cada uno de ellos para que los participantes conozcan bien los diferentes ecosistemas que forman diferentes zonas del territororio vallero y que abarca desde el monte hasta la propia costa.

En este sentido, Magraner destaca la irrupción del ser humano en estos parajes. «Desde que se realizaron estas mejoras, muchos de los carteles que se elaboraron para identificar las especies tanto vegetales como animales, han sido arrancadas o destrozadas», se queja. «Debemos ser respetuosos con aquello que nos ayuda a entender mejor nuestro entorno además de respetar el trabajo de los demás», añade.

Esta ruta se incluye dentro de un convenio que el ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna ha suscrito con la Diputación de Valencia para revalorizar nuestros recursos turísticos entendidos desde una vertiente natural que, junto con la apuesta de mejorar el entorno de la Torre de Guaita, será un atractivo más para aquellos que visitan la comarca.

El concejal de Turismo, Josep Llàcer, destaca «la importancia de esta ruta», enfocada, sobre todo, para que «tanto la gente de Tavernes como aquellos que nos visiten tengan una oferta complementaria a la del sol y playa, que también es importante, ya que todo en conjunto hace de nuestra ciudad un destino apetecible a lo largo de todo el año».

En definitiva, Tavernes ofrece, además de la amplísima oferta cultural o de sol y playa, una alternativa que, con el cambio de las estaciones del año, enriquece los sentidos de aquellos que deseen pasar una jornada diferente, arropados por la naturaleza y la singularidad de los ecosistemas mediterráneos que coexisten en la ciudad. Se trata de todo un homenaje a los valores naturales del territorio que rodea a la capital vallera.