Soplan tiempos nuevos en el PP. La bonanza electoral pasó. Y existe entre las bases la sensación de que las generales del 20 de diciembre ahondarán la herida abierta el 24 de mayo con la pérdida del poder local y autonómico. Un millar de asistentes, muchos de ellos aún cargos públicos, acudieron a l'Hemisfèric. Nada que ver con las grandes exhibiciones de músculo electoral de los tiempos de esplendor. Ni hablar ya de llenar la plaza de Toros. «No podríamos», admiten.

En el acto de ayer tampoco hubo espacio para la sociedad civil. «Sólo los de casa», señalaba uno de los pocos alcaldes que le queda al PP. Ni los empresarios, muy molestos durante esta legislatura con el Gobierno por la infrafinanciación y la falta de inversiones y especialmente con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que tardó casi un año en recibirlos. Tampoco hubo representantes de colectivos y asociaciones, sólo a título personal el presidente de la federación de regantes, Benjamín Aparicio. «No hemos convocado a nadie», justificaba la organización.

Además, el acto de presentación del programa tampoco sirvió para hacer público el compromiso electoral, que se irá desgranando en los próximos días y Génova no hará público hasta el viernes.

Rajoy acabó en Massanassa entre gritos de apoyo y fotos. Y hubo anécdota. Una veterana seguidora le recibió como «presidente de la República». «Mantenemos el modelo de Estado, que funciona muy bien», respondió Rajoy jocoso.