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Investigación

Temores y alegrías de ser abuela

Un estudio describe cómo afrontan las mujeres valencianas la llegada de los nietos y su deseo de ser recordadas como una referencia

Temores y alegrías de ser abuela

Más allá de diferencias económicas, sociales o de procedencia, convertirse en abuela es una de las grandes satisfacciones de la vida. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado Lorena Andrés, doctora en Psicología y profesora del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castelló, en su tesis doctoral en la que ha abordado cómo afrontan las mujeres la transición hasta ser abuelas.

«Había otro tipos de estudios sobre los abuelos, sobre el rol que ejercían en la familia, sobre la sobrecarga al convertirse en canguros de sus nietos por obligación o incluso sobre quién era la favorita, pero nada sobre cómo ellas construían la experiencia, qué sentían, qué miedos afrontaban y cómo lo experimentaban», explica la profesora. Este ha sido el punto de partida de su tesis doctoral para cuya confección ha contado con la colaboración de abuelas de diferentes niveles socioeconómicos y culturales de la Comunitat Valenciana pero con el punto en común de contar con nietos de entre 2 a 10 años.

Pese a que la alegría y la satisfacción son comunes a todas, no lo es tanto la «necesidad previa» de llegar a este nuevo estado vital. «Ahí hemos distinguido el proceso de 'abuelidad': el querer o necesitar ser abuela. Una de las ideas más novedosas que hemos encontrado es que las mujeres con un nivel cultural y económico mayor no se habían planteado esa necesidad por su rol laboral o social, pero las que no tienen ese perfil sí que lo deseaban como algo especial», explica Andrés.

De hecho, la frase más repetida en este grupo de mujeres consultadas era «¡qué voy a hacer yo si no soy abuela!», según la doctora. Ahí radica una de las principales diferencias, pocas, de las halladas tras las entrevistas incluidas en la tesis. «Todas, tanto unas como otras, experimentan una gran alegría con su nuevo estadio pero en unas era algo esperado, deseado y hasta necesario y en otras algo que no se lo hubieran planteado si no llega a suceder», concreta Lorena Andrés.

Pese a lo que pudiera parecer, la cuestión laboral o social solo ha marcado diferencias entre las participantes en la investigación en este aspecto ya que en la mayoría de cuestiones, el suceso personal iguala a unas y otras incluso en la sobrecarga que supone ser demandada por el entorno familiar «como figura de experiencia y referencia». «Lo principal es que sienten que esa sobrecarga merece la pena y, además, todas esperan ser figuras de referencia para sus nietos de una manera u otra».

Figura de «resiliencia»

Cada una lo expresa de una manera. Algunas esperan ser una figura de «resiliencia» para sus descendientes mientras otras solo quieren ser recordadas. La profesora destaca que en todos los casos, está por encima el hecho de que los abuelas consultadas «son conocedoras del tiempo social en el que les ha tocado vivir y, directamente, no esperan nada en el futuro. 'No puedo esperar que me atiendan pero que me recuerden', han expresado», explicó Andrés.

Los miedos han aparecido también en las conversaciones para la tesis, no tanto en relación a la salud o al futuro de los niños sino por amenazas que, normalmente, les acechan en la adolescencia: «el alcohol, las drogas, las sectas y las nuevas tecnologías han aparecido en estas conversaciones aunque en este último caso, el temor estaba más presente en las de abuelas de menor nivel formativo».

Precisamente en relación a las nuevas tecnologías, la investigación de la profesora ha dejado muestra del apoyo intergeneracional que supone la relación abuela-nietos. «Las de mayor nivel educativo no, pero las mujeres que nunca habrían estado en redes sociales por sí mismas, siendo abuelas lo están para estar al tanto y en contacto con sus nietos. A partir de ahí se pueden modular programas intergeneracionales», apuntaba Andrés.

La investigación ha abordado también algo sabido: las abuelas deparan a sus nietos un trato igual al que dieron a sus hijos pero «eso sí, reconocen que a veces les conceden algún capricho».

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