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Leyenda sobre el cuadro del Palau de la Generalitat

El rey, el pintor y las nubes negras

Al autor del cuadro que se cree mitad Franco y mitad Juan Carlos I, le preocupaba el oscuro paisaje tras el monarca - «No está desproporcionado, es cuestión de perspectiva», defiende su hijo

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La leyenda en torno al cuadro del Palau de la Generalitat se ha centrado en las piernas del rey Juan Carlos I a caballo „«son tan pequeñas porque son las de Franco», han señalado trabajadores durante generaciones„, pero en la génesis del cuadro lo que atormentaba al autor, Luis Arcas Brauner, era el cielo. «Es que mi padre se partiría de risa con lo de Franco», apunta su hijo David Arcas, quien ayer sirvió de catalizador del gran tema de la comida familiar de la familia Arcas Ivorra tras la publicación de la anécdota que acecha a la obra de su padre.

«Es curioso porque, en realidad, a mi padre le tenía preocupado el paisaje, con esas nubes negrísimas detrás del rey», prosigue Arcas. Resulta que el pintor realizó varios estudios de la figura del monarca que hoy conservan sus hijos, pero el fondo lo fue improvisando. «Tenía miedo de que el caballo resaltara mucho más que el modelo, por eso realizó el torso mucho más grande y luminoso y, para mayor contraste, llenó el fono con esos nubarrones», explica el descendiente del autor. Una vez acabado y con Juan Carlos refulgiendo en el lienzo, el temor de Luis Arcas fue el contrario: que a su majestad y el resto de gerifaltes les molestara el paisaje, como una suerte de alegoría política en un momento (1976) delicado».

«Le habían hecho el encargo pero no le dijeron cómo querían que apareciese el rey. De hecho, mi padre, cuando Juan Carlos I vino a inaugurarlo, se apresuró a contarle que no había ninguna doble intención, que había pintado el fondo así para remarcar su figura», relata David Arcas. Esa es la historia que quedó en la familia y por eso se conoció al cuadro como «el de los nubarrones». Eso, abunda Arcas, explica también la desproporción en el cuerpo del monarca, con un torso mucho más prominente que las piernas: «Es que es un cuadro muy grande elaborado para ver en perspectiva, de abajo hacia arriba, seguramente porque debería estar colgado en un lugar mucho más alto».

El hijo del pintor (uno de los tres que tuvo) añade que su padre realizó tras este primer retrato al menos cuatro más de Juan Carlos I, uno de los cuales ocupaba el salón de actos de la Academia de Bellas Artes. «Era un hombre muy reconocido en su época y solía retratar a gente de la alta sociedad», comenta el hijo. Ninguno de ellos, sin embargo, ha conseguido revestirse con el aura de ser un híbrido de dos épocas.

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