Con 40 años de experiencia a sus espaldas, la oncóloga valenciana Ana Lluch, jefa del servicio de Hematología y Oncología del Hospital Clínico de Valencia y referente en su área en toda España puede dar lecciones sobre el cáncer de mama pero también sobre la vida. La pasada semana lo hizo en los Desayunos con Maestros que organiza el Espai la Rambleta con la colaboración de la Caixa Popular. De sus palabras quedó claro la capacidad innata de comunicación de la también catedrática de Medicina en la Universitat de València y el potente compromiso con la investigación para avanzar en la lucha, en su caso, contra el cáncer de mama, su especialidad.

«La investigación en nuestro país debe estar apoyada y valorada pero hoy en la sanidad pública la investigación clínica no lo está y no es un lujo, es una necesidad para el progreso», aseguró la especialista cuando se le planteó qué le diría a los candidatos a las elecciones generales.

Para Lluch, la transformación de la sociedad está «directamente relacionada con el avance de la investigación» por lo que pidió, en este sentido, mirar a los modelos de Estados Unidos en los que se «conjuga la asistencia y la investigación porque aquí no hay incentivos. De hecho para optar a una plaza de especialista, las investigaciones no se puntúan. En mi servicio somos casi 40 médicos y ninguno tiene consulta los cinco días porque deben tener días para la investigación. Aquí ya hay uno o dos hospitales que tenemos clara la importancia pero en la agenda de los partidos hay muy poca presencia», aseguró.

Interactuar con el paciente

Junto a la necesidad de investigar para avanzar, la oncóloga dejó claro que está al lado de los pacientes, sobre todo los oncológicos, en las quejas que muchas veces se hacen pero no trascienden sobre el muro que se levanta entre facultativos y pacientes o familias a la hora de hablar del desarrollo de la enfermedad.

Lluch lo tiene claro: «el médico sabe comunicar mal. Muchos estudiantes de Medicina suspenderían si hubiera una asignatura de Comunicación solo por su falta de empatía» en trasladar diagnósticos y plantear a sus pacientes cómo se va a atacar la enfermedad.

«En ciertos momentos hay que transmitir serenidad y eso no lo saben hacer, o se tiene innato o es difícil de enseñar», aseguró la oncóloga. En este sentido demandó programas para desarrollar las habilidades de comunicación de sus discípulos y colegas porque «no los hay. El problema es que los profesionales no han descubierto la importancia de la comunicación al paciente. A mí me vienen a mi casa a preguntarme para que les explique qué les ha dicho el médico porque no lo entienden. Hay mucho por hacer todavía».

Lluch no eludió tampoco ante el auditorio los aspectos más humanos y personales de su profesión como que los años de profesión no le han ayudado a llevar mejor dar malas noticias. «Es lo que peor llevo», reconoció. «¿Qué derecho tengo yo a conocer la sentencia de muerte de una persona?», se preguntó al tiempo que reconoció que eran «muchas» las noches que lloraba por ese peso sobre sus hombros. «Te ayuda a darte cuenta de las cosas importantes de la vida. Mis pacientes me han enseñado a vivir», aseguró.

Siempre con una sonrisa, tiene claro que por encima de malos pronósticos médicos debe estar la esperanza. «Cuando empecé la esperanza de vida en el cáncer de mama era del 60-65 % y era quimioterapia para todos. Ahora está en el 80-85 %», recordó. La especialista incidió en que el gran avance venía de la apuesta por las políticas de prevención y por la investigación y «por la inquietud que es la base de todo. Hay que seguir haciéndose preguntas».