Compromís será nacionalista o no será. En esas estaban los sectores críticos del Bloc contrarios al pacto con Podemos ante el congreso que los valencianistas deberán celebrar en mayo. Una cita clave para la estabilidad amenazada de esa cooperativa dirigida por Mònica Oltra y Enric Morera. Pero los resultados del domingo han trastocado el horizonte previsto por las dos formaciones de És el moment.

Pablo Iglesias y Mònica Oltra habían esbozado el guión del acuerdo y dibujado la estrategia a cuatro años antes de que las bases nacionalistas del Bloc dijeran 1.113 veces no al pacto. Un 19 de septiembre. En aquella consulta interna, el 74% rechazó la coalición. Pero el miedo a la ruptura de Compromís fue clave para que finalmente se rubricara el pacto. Las reservas entre los críticos del Bloc —la tormenta provocó ocho dimisiones— auguraban resistencias a hacer campaña, que, según diversas fuentes, no han sido tan significativas como se antojaba. Las urnas han dictaminado que en este caso el dos más dos de la coalición ha sumado 3,8. Los 739.212 votos a las Corts Valencianes logrados por ambos partidos por separado (el 30,3%) se convirtieron en 671.071. Un 25,09%. Por el camino se perdieron 68.141 votos. El grado de fidelización supone el 90,7%. En las generales de 2011, Compromís logró mantener el 71% de los votos que obtuvo en las autonómicas celebradas meses antes. Eran circunstancias distintas. En esta ocasión, el voto útil no ha mermado las opciones de la coalición a la izquierda del PSPV.

El éxito alimenta las opciones de que este noviazgo pueda perdurar, al tiempo que apuntala a Mónica Oltra como referente a la izquierda de los socialistas y la sitúa en posición óptima para intentar el asalto al Palau en las próximas autonómicas. De paso espanta también la amenaza de una posible ruptura de Compromís por el flanco de un Bloc que ahora ha de acometer su congreso, tras la tregua de campaña. Los más reacios a que los postulados nacionalistas se diluyan difícilmente plantearán una ruptura de la coalición con Iniciativa y VerdsEquo, admiten.

A falta de estudios de transferencia de voto, resulta imposible dilucidar cuál de los dos socios ha aportado más a esta UTE política. Es imposible concretar cómo se han multiplicado los 282.389 votos de Podemos, a rebufo de Pablo Iglesias, o el grado de transferencia de los 456.823 de Compromís. En todo caso, parece evidente —y lo admiten fuentes del Bloc reacias al acuerdo— que el factor nacionalista no ha pesado como alérgeno en el partido violeta, ni Podemos ha generado urticaria entre los votantes de Compromís. Es cierto que el partido de Pablo Iglesias pasó de ser dique de contención del independentismo catalán a subrayar el derecho de autodeterminación. No en balde, Íñigo Errejón citó a Joan Fuster y a Estellés en la Fonteta durante su intervención en un impecable catalán y empujó a la grada a corear «País Valencià, País Valencià!».

Quizás la exitosa comunión electoral responde, admiten otras fuentes del Bloc, a que hoy por hoy el elemento nacionalista sigue pesando poco. Puede que se haya revelado como cierto aquel supuesto de que Compromís es el Podemos valenciano o Podemos el Compromís español. En feudosvalencianistas como Sagunt, Tavernes de la Valldigna o Dénia, no ha habido grandes fugas. En la Marina Alta, donde Compromís es el Bloc, la coalición ha logrado 20.283 votos, mientras que en autonómicas obtuvieron 23.617 en total concurriendo por separado. Cuatro puntos menos de fidelización que en la media.