Algunos de los casi 1.000 jóvenes que van a ayudar en las labores de organización del encuentro de Taizé ya llevan meses instalados en Valencia. Nawojka, polaca de 22 años, lleva seis semanas en el cap i casal.

«La cálida bienvenida y el apoyo que siento todos los días es algo abrumador», explica la joven, que destaca que todas las puertas a las que llama se abren.

Se sorprende de la «gran cantidad de personas que ayudan en la preparación y sacrifican su tiempo» y por eso quiere «que vengan los jóvenes y sientan lo que yo siento», confiesa.

Salomé, francesa de 26 años, colabora porque «quiere dar a otros la posibilidad de conocer Taizé porque a mí me ha ayudado mucho». Ella descubrió esta comunidad el año pasado, tras pasar un mal momento y realizar un camino de Santiago que pasaba por esta pequeña localidad francesa. «Iba a estar dos noches y me quedé ocho meses», explica.

Para Pau, de Alaquàs, lo más destacable es «la oportunidad de vivir un fin de año diferente con personas cristianas de otras confesiones o personas católicas como nosotros, de países y culturas diferentes».

A Pablo, de Valencia, también lo que más le gusta es «ver cuanta gente hay en este mundo y en Europa apostando por la paz, por la reconciliación y apostando por el encuentro entre las personas y las culturas. Luis, que ya ha participado en encuentros anteriores, destaca que «haces piña con todos los europeos que te encuentras, conoces a mucha gente y eso está muy bien porque vives la espiritualidad de modo diferente».

Organizar el alojamiento, coordinar a las parroquias, comunicar en redes sociales, organizar los itinerarios en transporte público, así como la recepción de los miles de asistentes, son algunas de las cosas a las que se han dedicado en las últimas semanas los voluntarios que ya están en Valencia, a los que se sumarán más el sábado.