Más de 375.000 libros llevan años cogiendo polvo en un almacén de Riba-roja. La Generalitat, a través de sus consellerias e instituciones como el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), la Biblioteca Valenciana, la Llum de les Imatges y otras entidades públicas ha editado durante años miles de libros sin ningún criterio. Ejemplares que vieron la luz sin haber pasado por ningún control y que acabaron en la oscuridad, apilados en cajas de cartón sobre unos 900 palés y cuyo almacenaje cuesta 4.500 euros al mes.

Entre este fondo editorial formado por 2.100 títulos se encuentran grandes clásicos valencianos, catálogos artísticos, libros de cocina, leyes, o mapas de carreteras e infraestructuras, entre otros. Lo que tienen en común es que todos han sido firmados o avalados por excargos políticos.

Así, se han encontrado 2.500 ejemplares de «Tirant Lo Blanch» con un prólogo del expresidente Francisco Camps, o 65.000 pequeños libros de cocina firmados por Maria Àngels Ramón-Llin, exconsellera de Agricultura y actual concejala de Valencia. Muchos de estos libros fueron retirados por los sucesores del cargo; otros, directamente, pasaron de las imprentas al almacén, según apuntó ayer Antonio Torres, director general de Relaciones con las Corts, y Antoni Such, director general de Administración Local, que dieron cuenta del material contabilizado.

Tras el inventario, Antonio Torres afirmó que se trata de un fondo editorial «muy importante» herencia de «una política errática» que publicaba miles de ejemplares sin ningún criterio.

«Da la sensación de que las hacían por hacerlas», explicó Such, «por ego y para pasar a la posteridad». Los dos directores generales explican que estos títulos no pasaban por la comisión de publicaciones, en una época en la que se optó por externalizar servicios, sin que técnicos marcaran que cantidad era conveniente imprimir.

«Las empresas públicas decían que los libros no se destinarían a la venta al público y así no hacía falta pasar por la comisión técnica de publicaciones», matizó ayer Such.

Se trata de libros de un valor que la Generalitat aún no ha calculado en su totalidad, de los que está buscando los expedientes e investigando si alguna imprenta, entre las que hay de Madrid y Barcelona, se ha beneficiado.

De esta manera se publicaron 20 números de cuadernos del IVAM que se repartían junto a una revista, con una tirada de entre 35.000 y 55.000 ejemplares y que solo el último número costó 90.000 euros; o 1.500 libros del escultor Julio González, con un valor de 300 euros cada uno. Libros de gran calidad visual, sobre todo los de arte, de los que nadie estudió si interesaban al público o era rentable imprimir tantas copias.

Antonio Such explicó que 18.000 ejemplares se aprovecharán. Los municipios puede solicitar, para sus bibliotecas, un lote de 60 libros „novelas, enciclopedias, clásicos de Ausiàs March...„ valorados en 1.300 euros cada paquete. «Es muy importante poner en circulación lo que ha estado escondido», apuntó.

Otros, unos 10.000 dedicados a leyes o infraestructuras, ya están totalmente obsoletos, y se destruirán. Y es que, algunos datan de los inicios de la autonomía valenciana.