«Estoy muy conmovido por la destrucción de la ciudad de Homs», declaró ayer el prior Alois, que pasó en Siria los primeros días de Navidad «acompañando a aquellos que están sufriendo por la violencia».

«La situación en Siria es una llamada para nosotros», apuntó el hermano de la comunidad de Taizé, que hizo un llamamiento para «expresar que Dios no quiere violencia». «La guerra, la violencia y la destrucción del hombre» que se da en Siria deja una «humanidad desgarrada, rota, sin esperanza, aseguró el religioso. Explicó que los jóvenes de la ciudad siria de Homs le pidieron que en Valencia dijera que «la mayoría de sirios quieren vivir juntos, cristianos y musulmanes». «Nuestra voz no se hace oir, son más fuertes las armas», asegura que le transmitieron.

Ante el fin de la guerra, el religioso aseguró que «si nuestro corazón no cambia, no habrá paz. La paz no son solo negociaciones, debe empezar en nuestros corazones».

Crisis, desempleo, inmigración... fueron otras de las preocupaciones que mencionó el prior, que también se acordó de Ucrania, África o la transición de Cuba.

El arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, acompañó al hermano Alois en rueda de prensa y dio «gracias a Dios» porque Valencia sea sede del encuentro ecuménico. Cañizares destacó que la de Taizé es «una comunidad que sale de su monasterio para ir convocando a todos los jóvenes del mundo y Europa y lo hace en Navidad», tiempo de esperanza, afirmó.