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Abriendo foco

Epifanía y esperpento

A menudo los alcaldes olvidan que el mejor edil es el que se gana a sus adversarios o a quienes no le votaron

Epifanía y esperpento

Como una admonición, justo un día después de que el cuadro de «El Abrazo» de Genovés saliera de las mazmorras del Reina Sofía para quedar expuesto en los pasillos del Congreso se producía el simbólico acto de la recogida de credenciales de los diputados de Compromís-Podemos. Sus señorías aspiran a convertirse en el primer grupo parlamentario de obediencia estrictamente valenciana del parlamento. Un pintor valenciano de renombre es reconocido en la Villa y Corte al unísono con un hecho histórico en la política valenciana. O no.

Grupo parlamentario nonato. En el tema de los podemitas anexos los deseos de Mónica Oltra y Pablo Iglesias pueden torcerse. Lógico parece que el PSOE sufra mareos sólo de imaginar a su vera a cuatro portavoces de los Podemos periféricos convenientemente organizados mientras los socialistas sólo dispondrán de uno. Si finalmente el invento del grupo parlamentario propio «s'en va en orris» parecerá que alguien ha prometido algo que no estaba en su mano cumplir. ¿Es esta la nueva política? ¿Prometer sin tener garantías? ¿Pues no era el «pal de paller» del programa de Compromís tener grupo propio en el Congreso? ¿Está Pablo en manos de Pedro para que sus socios en Valencia, las mareas gallegas o los Colau «boys» puedan cumplir lo prometido? Si papá promete a los niños que se irán de vacaciones a las Bahamas y luego acaban en Benidorm, ¿de quién es la culpa?

Surrealismo. Los últimos acontecimientos -en distintos ámbitos- sitúan a Compromís inclinado hacia el show. También en la calle. Puede que si sus líderes atendieran determinadas señales se prudenciarían en mayor medida. Porque sólo hay que estar un poco familiarizado con el ámbito digital -y por ende viral- para colegir que «arrearle» a Compromís tiene premio. A no ser que la provocación constante y el «agit-prop» sea parte de la estrategia, quien asesore -por ejemplo- a Joan Ribó no está afinando en demasía a la hora de buscar apoyos. Y si con sus majestades los reyes magos ha pasado lo que ha pasado, no les arriendo la ganancia con las Fallas que vendrán. ¿Hubieran subido al balcón las tres magas en plena mascletà? A lo peor sí.

Tradición. Casualidades de la vida, estaba un servidor ante «La Adoración de los Magos» de Rubens en el Museo del Prado de Madrid cuando arreciaba la polémica sobre las cabalgatas reales. Bendita coincidencia. Ante ese cuadro majestuoso que el vecino de Goya, Velázquez y compañía reencontró en un viaje diplomático a la capital cuando el lienzo ya formaba parte de la colección de Felipe IV no cabe sino descubrirse. El contraste de la armonía inmortalizada por el flamenco -testimonio pictórico de la tradición judeo-cristiana que relata el homenaje de los tres magos al recién nacido- con el «dress code» observado en estas inclasificables procesiones organizadas este año por los «nuevos ayuntamientos» indica solamente una cosa: el mayor pecado de los ideólogos del aggiornamento «cabalgatero» es, sin duda, estético.

Error o estrategia. En el caso que nos ocupa -el valenciano- y por no ahondar en los detalles del asunto -sobre gustos es mejor no terciar - no sabemos a qué atenernos. Puede que el alcalde opte por la provocación como elemento dinamizador de conciencias y catalizador de voluntades o, por el contrario, puede que se trate de un simple error que con mayor o menor fortuna ha intentado corregir con posterioridad. A quien aconseje al primer edil no se le ha ocurrido, quizás, que puestos a ganarse a la ciudadanía sería recomendable mirarse en ejemplos como el del desaparecido alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna, que fuera el mejor del mundo según determinados parámetros internacionales. Un buen alcalde es quien se gana a los contrarios.

La reacción. Tampoco parece muy astuta la reacción conservadora. Se diría que ha descubierto la derecha -aquí y en Madrid- al mismo Satanás. En un giro esperpéntico de la comedia navideña, en Alicante los reyes agasajaron a la Castedo. En el caso de Valencia, la intelectualidad conservadora representada por Francisco o Moncho Borrajo ha contribuido a ensanchar el imaginario creativo más malsonante. Sobran comentarios en los insultos y en las posteriores disculpas. Sólo cabe añadir una nota de color: el sonoro silencio del PSPV municipal en esta entretenida ópera bufa.

Trabajen. En conclusión, lo de los reyes magos y las magas republicanas no es más que una batalla incruenta en un período deficitario de información y donde sobran extremismos y ganas de revancha. Y falta, como decía, buen gusto. No hagan como si trabajan: trabajen. Dedíquense realmente a lo que toca. Modernicen la legislación laboral, creen riqueza y empleo, fomenten el consumo, impidan los desahucios, reactiven el tejido productivo, reindustrialicen el país, quiten trabas a la creación de empresas, premien eficiencia, movilicen el I+D, acometan la conversión digital, animen la competitividad, extiendan la sensación de confianza. Y déjense de reformular la historia y de alimentar pesadillas infantiles.

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