«Sabia que la vida educativa de mi hijo no iba a ser un camino de rosas, pero no me imaginaba que por parte de la Administración y de determinados maestros, se hurgara en la herida una y otra vez, recordándote en todo momento la discapacidad, y no la capacidad, que es mucha y en lo que se tenían que haber centrado», se queja Rosa. «Lo triste es que la falta de recursos te haga pensar que no quieren a niños con discapacidad en colegios ordinarios».
