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Análisis

El pacto que pudo ser y el PP dejó escapar

Puig buscó a Fabra para gobernar en solitario el 10 de junio de 2015, pero el expresidente no aceptó

Fabra y Puig, el día en que juró su cargo el nuevo presidente. Germán Caballero

La oferta de la lideresa del PPCV, Isabel Bonig, al presidente Puig para poder 'liberarse' de sus socios de Compromís y gobernar en solitario evidencia el interés de los populares por aprovechar la grieta entre Podemos y el PSOE a nivel nacional para socavar el tripartito valenciano. La hemeroteca, sin embargo, desenmascara al PPCV, quien nunca se empleó a fondo cuando tuvo en su mano facilitar un Consell socialista en solitario. De hecho, la propia Bonig, antes de relevar a Alberto Fabra en la presidencia del partido, fue una de las dirigentes más crítica ante la posibilidad de que el PP se abstuviera en la investidura. Llegó incluso a rectificar públicamente a Fabra, medio hora después de que el todavía presidente en funciones anunciara en las Corts que el PP no presentaría candidato y no votaría en contra de Puig. Aquel día, 18 de junio, se vio claramente las dos almas enfrentadas del PP: una, la moderada abanderada por Fabra, y, la segunda más combativa, de Bonig.

La entonces coordinadora del PPCV habló ese día con Génova, donde también se echaban las manos a la cabeza ante la generosidad de Fabra, un presidente que la misma noche electoral renunció a la pelea y dio por hecho que el tripartito de izquierdas conquistaría el Palau.

Ahora bien, la opción de una gran coalición PSPV -Ciudadanos con la abstención del PP llegó aunque, por pocas horas, a ser una posibilidad real en la Comunitat Valenciana.

Puig había trabado en la campaña electoral una buena relación personal con Carolina Punset, con quien se reunió poco días después de las elecciones. Durante el encuentro, la dirigente de Ciudadanos le ofreció su apoyo para evitar que Puig se aliará con los «nacionalistas» de Compromís. Aquella primera semana, jalonado por el desencuentro con la hoy vicepresidenta del Consell, Mònica Oltra, el líder socialista llegó a plantearse seriamente la opción de gobernar con el partido de Albert Rivera.

Necesitaba entonces la abstención del PP. La noche del 10 de junio, Puig y Fabra estuvieron cenando, un encuentro que duró casi tres horas, pero en el que el presidente de la Generalitat dio el portazo a esta opción. Fabra puso una condición imposible de aceptar para Puig: gobernar en todos los ayuntamientos en los que su partido había sacado mayoría. Puig hizo algunas gestiones para vencer reticencias del PP, aunque al final, la negociación con Compromís llegó a buen puerto y la gran coalición que ayer ofrecía Bonig se convirtió en su sueño de una noche de verano.

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