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Premio Talento Joven

Javier Gilabert: "La posibilidad de un trabajo estable en la investigación es prácticamente nula"

«Tenemos un buen nivel de formación, pero hay que irse fuera cuando te encuentras con que no hay laboratorios» - «Tenemos un buen nivel de formación, pero hay que irse fuera cuando te encuentras con que no hay laboratorios»

Javier Gilabert, en el departamento de Genética de la Facultad de Biológicas de la Universitat de València. vicent m. pastor

Licenciado en Biología, con un máster en Biología Molecular, Celular y Genética, doctor por la Universitat de València (UV) con la calificación Cum Laude y premio extraordinario de doctorado por la misma entidad, Javier Gilabert (32 años, Alborache) acaba de recibir el premio Talento Joven, otorgado por Bankia y Levante-EMV, en su categoría de Ciencia.

¿Está tan mal la ciencia en España como parece?

Aquí tenemos un problema, formamos a la gente estupendamente y al final acaban todos fuera. Tenemos un nivel de formación muy bueno, pero cuando se convierte en gente capaz de dirigir perfectamente un laboratorio te encuentras con que no hay laboratorio, te tienes que ir fuera.

En su caso particular, tiene 32 años y continúa aquí, en la universidad en la que estudió y en su tierra natal. ¿Se considera afortunado?

La realidad es que al final uno lo intenta y puedes tener más o menos suerte, pero al final llega un momento en el que te tienes que marchar. La posibilidad de estabilizarte en el mundo de la investigación es prácticamente nula. Para conseguir, por ejemplo, una plaza en el CSIC, tienes que tener 50 años. De los 10 ó 12 que estudiamos juntos el máster y el doctorado quedamos aquí dos o tres, el resto se ha ido. Yo estoy mirando también cosas fuera porque aquí es muy difícil.

¿Dónde planea irse?

No me cierro ninguna puerta. Alemania, Italia, no sé. El tema es que aquí hay mucha competencia laboral, mucho capital humano, y poca oferta. El mercado no da abasto.

¿Quién debería absorber estos talentos: la empresa pública, el sector privado?

En ambas. Hay pequeñas empresas que se están promocionando mucho, pero no hay grandes laboratorios. No hay una gran industria farmacéutica, una Bayern, por ejemplo. Es triste porque hay mucha materia humana. Gente capaz de dirigir laboratorios si les dejaran.

A falta de esta oferta, usted ha sabido encontrar su propio hueco, creando su firma.

Así es. Junto al que fue mi director de tesis, Juan Nácher, hemos creado una de estas pequeñas empresas, Neuropharmatest, focalizada en el campo de la neurociencia.

¿Qué hacen exactamente en Neuropharmatest?

Estudiamos en modelos animales las moléculas que pueden actuar sobre el sistema nervioso central. Tenemos dos vertientes, una más encarada a clientes y otra línea interna de investigación. Cuando una farmacéutica tiene una molécula que cree que puede afectar al sistema nervioso mejorando algún síntoma de afecciones como alzhéimer o párkinson, nosotros podemos testar con animales la molécula y medir si hay interacciones neuroquímicas, genéticas, celulares o estructurales. Hacemos los tests previos a aplicar el fármaco al paciente. La segunda faceta se centra en nuestras propias moléculas.

¿En qué campo se centra esta línea de investigación propia?

Me he especializado en el estudio genético de la esquizofrenia, en concreto de las alucinaciones auditivas, de la psicosis. Estudiamos el factor genético que contribuye al fenómeno, es decir, la base genética, la susceptibilidad que cada persona tiene de padecer esta enfermedad. Se relacionan con los factores ambientales (como el estrés, eventos vitales, traumas y desequilibrios) y tratamos de buscar un fármaco que funcione.

¿Cómo lo hacen?

Realizamos pruebas con ratas. A los siete días de nacer les administramos sustancias para alterar su sistema inhibitorio y a los 21 las separamos de sus madres, lo que les causa estrés emocional y una situación parecida a la esquizofrenia. Así probamos posibles medicamentos para combatirla. También hemos llevado estas investigaciones a pacientes, colaborando con el Incliva y con el Cibersam. Por otra parte, nuestra empresa.

¿Y han obtenido resultados?

Es un proceso muy largo y muy costoso, de millones de euros. Quizá dentro de diez años estas moléculas en las que se especializan los pequeños laboratorios pueden estar en el mercado para tratar enfermedades como el alzhéimer, una de las afecciones en las que más se está invirtiendo.

¿Qué futuro le augura a Neuropharmatest?

La empresa de momento no da dinero. Es muy joven, de solo tres años. Estamos en el Parque Científico de la Universitat, en la fase de intentar estabilizarnos y continuar con nuestras líneas de investigación y consiguiendo nuevos clientes. Independientemente de si al final me toca irme, como han hecho otros compañeros, la entidad puede seguir adelante. Pero hace falta una fuerte inversión en biotecnología y fortalecer el tejido empresarial en el campo científico español.

¿A qué destinará el dinero del Premio Talento Joven?

A continuar formándome. Me encantaría poder vivir en Valencia y que la empresa fuera adelante y poder dedicarme a la investigación. Pero después de tantos años peleando, de estar aquí pendiente de contratos que no ofrecen estabilidad, es agotador. Quiero ir a congresos y cursos en Alemania y Estados Unidos porque, tal como están las cosas, es necesario continuar moviéndose.

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