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Abriendo foco

PP «Reloaded»

El PP valenciano retira a Mariano Rajoy de la carrera a la Moncloa, que queda tocado para influir en la pretendida refundación.

PP «Reloaded»

A grandes males, grandes remedios. No sabemos si el Partido Popular de la CV pasará de «refundarse» a simplemente «reconstruirse» o «recargarse». Escuchando ayer a su líder, Isabel Bonig, se diría que la audaz y quizás madrugadora idea de redimir por completo las siglas mediante una metamorfosis radical ha pasado a mejor vida ante la reticencia de Génova. Mónica Oltra ha ido más allá, y aboga por ilegalizarlos, como si se tratara de Batasuna. Hoy el partido está enfermo de poder, cuya detentación corrompe. Y el poder continuado, corrompe continuadamente. Esta premisa que contempla el derecho político, junto a las malas prácticas en la vida pública, representan una de las grandes deudas pendientes de las democracias meridionales. Los anglosajones, a través de una conciencia moral que nace en Tocqueville presentan balances democráticos mucho más higiénicos. Las administraciones mediterráneas -el mal es generalizado pero aquí nos hemos aplicado con ahínco- acostumbran a crear redes clientelares que emponzoñan la gestión tornándola delictiva en ocasiones y lastrando el sistema.

Taula. La corrupción -ya sea en beneficio colectivo, partidario o a mayor gloria del lucro individual- ha descabezado al PP valenciano provocando una situación inédita. El caso es que ya era suficientemente diabólica la aritmética surgida de las elecciones generales para formar gobierno en España y ahora la explosión del nuevo caso valenciano viene a enmarañar más el proceso, si no a darle la vuelta. Y la encuesta del CIS reciente no corrige la apreciación. La publicación del estudio resulta engañosa. El sondeo se llevó a cabo antes de la eclosión de la operaciónTaula y, por tanto, apostamos porque sus ya han quedado amortizados en el caso del PP. Y también en el caso de Podemos porque el CIS se cocinó con anterioridad a la discutida puesta en escena de Pablo Iglesias reclamando medio gobierno.

Sánchez. Presumimos que en el PPCV todavía no son conscientes de la potente influencia del escándalo. Esta vez sí que han sido determinantes en Madrid. La trascendencia del terremoto es descomunal. Podemos aventurar que es precisamente la operación Taula la que ha alterado el tablero de la política nacional, enterrando el tímido amanecer del PP en su expectativa de voto ante una hipotética repetición del escenario electoral. Al tiempo Taula ha investido a Pedro Sánchez como estadista y no nos extrañaría algún golpe de efecto más. Imagínense a Pedro llamando al president de la Generalitat: «Ximo, préstame a la vicepresidenta». Hay un «antes» y un «después» de Taula. Antes, PP y Podemos apuntaban al alza y PSOE y C´S mostraban síntomas de anemia. Después de Taula, Pedro Sánchez y la formación de Albert Rivera ocupan la nueva centralidad y el PP queda en orsay.

Elecciones. Taula ha cambiado las dimensiones de la cancha y si faltaba algún nuevo factor para debilitar la posición del PP, Brugal viene a elevar el octanaje de la presión. El PP puede pasar de albriciar la repetición de las elecciones -el CIS avala que no era una mala opción- a no desearlas en absoluto. No gobernar después de haber ganado las elecciones sería un mal menor, pero tiene un pase. No gobernar y, además, echar al sumidero su presencia parlamentaria, los salarios derivados y el poder necesario para recuperar la Moncloa a medio plazo, sería un drama. Así las cosas, ¿podría abstenerse el PP en una hipotética investidura de Sánchez, compensando así el voto negativo de Podemos ante un acuerdo de los socialistas con Ciudadanos, Compromís y los canarios?

Refundación. En el PPCV, mientras tanto, buscan alternativas ante la calamidad. Lo primero, echar el freno de emergencia: congreso extraordinario. Existe cierto paralelismo asimétrico entre el congreso que ensalzó a Rajoy y marcó el declive del PP valenciano y el futuro cónclave anunciado. Un congreso significó el ocaso de la proteica formación popular valenciana, otro congreso puede convertirse en el primer hito de su resurgimiento. La recuperación del enfermo requiere tres jarabes: el cambio de las personas, el nuevo liderazgo y la marca.

Personas y líderes. Como no podía ser de otra forma, la parte más sensible serán las personas. Isabel Bonig no quiere ser el Norman Bates que conserva a la momia de su madre en la mecedora. Ahora bien ¿Quién separa el grano de la paja? ¿Quién otorga certificados de idoneidad para la nueva era y quienes tienen vetado el paraíso? Es obvio que esa invisible vara de medir sólo puede blandirla el nuevo líder. ¿Pero, quién es él o ella? ¿Encontrará el PPCV un ser inmaculado, cuyo liderazgo no provenga del ungimiento vertical y mesetario sino de la voluntad de la militancia, capaz de ensanchar el espectro ideológico y popular, de cautivar, dispuesto a sacar al partido del duelo y de su ensimismamiento doctrinario?

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