La debacle electoral en las pasadas autonómicas que condenó a Esquerra Unida al extraparlamentarismo ha sentado muy mal a un partido que, hoy por hoy, está sin dirección, con una gestora reventada y con dos sectores enfrentados. Tras la derrota de mayo pasado, Marga Sanz decidió mantener el control de la dirección de forma interina hasta las generales del pasado 20D. El movimiento ya fue criticado internamente por un sector del partido que pensaba que, de hecho, las generales eran el momento para acometer la renovación y tratar de confluir. El dirigente Ricardo Sixto perdió su escaño en el Congreso por Valencia.

El proceso de renovación, sin embargo, no ha mejorado las cosas. Hace un par de semanas Marga Sanz y toda la ejecutiva dimitieron y se decidió crear una gestora. De nuevo una situación de bloqueo, con dos listas que finalmente se unificaron en una dirección provisional de una treintena de personas.

Sin embargo, la paz apenas duró un par de semana. Una reunión el pasado jueves para elegir a las tres personas que debían encabezar la gestora hasta la asamblea de mayo o junio se convirtió en una enmienda a la propia dirección provisional. Según los críticos, partidarios de la confluencia con otras fuerzas, el grupo del PC que orbita en torno a Javier Parra y los independientes de Glòria Marcos votaron en contra. 42 contra 37. Tras la desautorización, los críticos abandonaron la reunión, unos 37 ó 38 miembros del Consell nacional. La próxima semana decidirán su futuro. Mientras, los que se quedaron han convocado para dentro de dos semanas una reunión para escoger una nueva gestora.