Marcos Benavent y José Luis Peñas tienen en común haber detonado con grabaciones los casos Rus y Gürtel. El exconcejal de Majadahonda actuó por venganza contra Correa. El afán de vendetta en la historia de Benavent lo puso su exsuegro. Al contrario de lo que parece, ninguno de los dos se inmoló. Uno de los obstáculos para sanear el sistema radica en la escasez de héroes dispuestos a morir por la patria de la honradez. La omertà política y sobre todo la empresarial se sustenta en aceptar que la mordida se anote en el capítulo 2 como gasto corriente. Luz, teléfono y comisiones.

Esta reflexión es clave para analizar la alta tensión entre Rita Barberá y quien fue su capitán general, el exvicealcalde Alfonso Grau, con el coronel Juan Vicente Jurado, exconcejal de alumbrado dando luz. El presunto blanqueo de comisiones para el PP local con aportaciones de mil euros (reintegradas con dos billetes negros de 500) constituye una subtrama dentro de esta novela negra.

Las andanadas de Grau contra Barberá evocan episodios de la Guerra Fría en los que la sobreabundancia de armas suele garantizar que no se desatarán las hostilidades aunque, como en la crisis de los misiles de Cuba, se esté al borde de una gran guerra. Para desgracia del contribuyente, Rita y Alfonso saben mutuamente qué han hecho los últimos veinte veranos e inviernos.

Pero cuidado que en todo manejo de munición existe riesgo de deflagración. Bien lo sabe el reputado pirotécnico Jurado: los fuegos artificiales también llevan pólvora. Se demuestre o no el blanqueo, Rita Barberá ya ha pasado de moribunda a muerta. Por el tema „Al Capone, con perdón, cayó por evadir impuestos„ y porque las defunciones políticas no las certifican forenses ni cirujanos como Grau. Uno está muerto cuando los followers guardan distancia para no salir en la foto.

La Fiscalía y la UCO no se enteraron por ciencia infusa de la práctica de cambiar 1.000 por dos de 500. Hubo denuncia y como diría Aznar no llegó de desiertos remotos ni montañas lejanas al exvicealcalde, según fuentes próximas a la investigación.

Tras declarar ante la Guardia Civil, Grau explicó que nunca participó en blanqueos «ni sé que nadie lo haya hecho». Pero también dijo «suponer» que si sucedió Rita lo sabría.

¿Qué le pasa al vicealcalde? Pues que se siente traicionado por Barberá. Desde el 2 de marzo, cuando abandonó el ayuntamiento al ser procesado en Nóos, «la señora Barberá ni me ha llamado, ni yo la he llamado». Grau se declara «dolido». Porque lo de Nóos es «muy desagradable y un tema claramente político». A Grau le duele Nóos, pero su mayor cabreo es por Alcón. No le sentó nada bien que Barberá repitiera aquello de «yo nunca firmé nada» del Valencia Summit, que era tanto como delegar toda la culpa en quien, como presidente de Turismo Valencia, firmó el convenio con los vendedores de crecepelos Iñaki Urdangarin Liebaert y Diego Torres. Eso es cierto. Pero también lo es que, visto el recorrido del asunto, Grau se avino a aceptar su retirada.

La alcaldesa se comprometía a cambio a cuidar políticamente a su esposa, María José Alcón, que seguiría de concejala. Ese era el trato. Pero la colocó la 16 de la lista. Vistos los sondeos era prometerle una parcela en el cielo.

Fue peor. Este diario publicó grabaciones en las que Alcón y Benavent hablaban de comisiones y Rita Barberá apartó a la entonces asesora.

Fue cuando el vicealcalde cambió de planes. Quien tenía programado jubilarse a los 75 para pasear el perro al solecito, decidió pasear presuntos blanqueos hacia la Fiscalía. Si Alcón no puede ser cuidada desde la política, que algún fiscal piadoso tenga en cuenta los gestos y la colaboración de esta pareja en régimen político de gananciales, debió de pensar. De paso, Grau amaga con empujar a la exalcaldesa desde la caja de la «Taula» al banquillo del caso Nóos. Expertos grauólogos y ritólogos consultados discrepan sobre hasta dónde llegará el vicealcalde. De cualquier modo, Barberá tiene otro problema que sumar al blanqueo: evitar la foto con Urdangarin en el banquillo de Nóos.

95.600 euros de subvención en A

Por ahora, Rita se ha librado del juicio por la foto que se hicieron hace 12 años. El TSJ valenciano rechazó su implicación y la de Camps como pedía el juez Castro y luego defendió la Audiencia de Palma. Sería «ingenuo pensar que en atención a la relevancia de Iñaki Urdangarin, Barberá se limitase a recomendarle que se dirigiera a Turismo Valencia o a Cacsa sin concertar la cita o arreglar previamente el encuentro que luego se produjo». «Resultaría extraño que Barberá no hubiera tratado la cuestión con Grau», decía la Audiencia. Y tan extraño. Grau firmaría esa reflexión. Para disuadirle, Jurado terció por Barberá y le recordó al vicealcalde que había manejado los «hilos de casi todos los contratos». De paso se desquitó con quien le hacía un marcaje implacable y le enmendó la plana varias veces, incluso cuando Jurado estaba gravemente enfermo.

El martes se retoma el juicio Nóos. El exvicealcalde tiene una complicada cita. Por eso se ha buscado a un abogado de confianza y no a José Maria Corbín, cuñado de Barberá, que le acompañó en su primera declaración. ¿Los 95.600 euros anuales que recibió el grupo municipal de subvención oficial en 2014 y los 47.800 del primer semestre de 2015, dan para pagar las minutas? El exvicealcalde entiende que las heridas en acto de servicio a Rita Barberá debería cubrirlas la caja de la seguridad social popular.