Un auténtico viaje en el tiempo. Eso es lo que ofrece la «Ruta dels aljubs» en Quart de les Valls. Con un recorrido circular de unos 15 kilómetros que se puede recorrer a pie en unas tres horas o bien en bici, este itinerario ofrece más que una salida por la montaña. Es toda una invitación a conocer cómo era la vida en la zona hace años; todo un acercamiento a un tiempo pasado en el que esos depósitos para almacenar agua eran vitales para las personas y el ganado, mientras las construcciones de piedra seca eran indispensables para guardar herramientas e incluso protegerse de la lluvia y el frío.

La ruta recorre un total de 4 aljibes y 4 casetas bien conservadas a las que se accede por pistas y sendas señalizadas por el Centre Excursionista La Vall de Sego, un colectivo que también se encarga a lo largo del año de su mantenimiento y que incluso rehabilitó uno de los depósitos. «Es curioso porque no hay ninguna construcción igual a otra, todas son distintas entre sí y forman parte de un patrimonio cultural que no se debe perder», decía Antonino Pascual, uno de los miembros de este club que lleva años trabajando por la preservación de estos espacios.

Uno de los lugares más recomendados es la Senda del Racó Amorós, que está coronada por el «aljub» del mismo nombre. Este tramo remonta un barranco en una zona muy frondosa llena de vegetación. «Es uno de los lugares más bonitos de Les Valls, seguramente de ahí le viene el nombre», explicaba un vecino de Quart.

Otra zona de especial atractivo es la subida del camino del Codoval, que pasa por el aljub de la Creu. Aunque fuera de la ruta, cerca de esta senda también está un lugar que cobró un especial significado durante la Guerra Civil: La denominada Cova de La Collita. Se trata de una cueva donde los vecinos acudían a refugiarse durante los bombardeos pero que, con el tiempo, quedó como lugar frecuentado en Pascua, cuando lo habitual era pasar esa fiesta con pequeñas excursiones cerca de casa.

Tampoco faltan lugares en los que se atraviesan bosques cerrados y parajes curiosos como Les Gerretes, con agujeros formados de forma natural en las rocas que tienen escasa profundidad y se llenan de agua cuando llueve. Esto último, antiguamente, era aprovechado para dar de beber a los animales. Ahora sigue despertando la curiosidad de muchos en una zona ideal para descansar.

Para quienes deseen hacer pausas por el camino, junto al aljub de Perico hay unos bancos instalados recientemente por el ayuntamiento, cuando restauró esa construcción. Pero lo mejor es que el lugar cuenta con excelentes vistas, tanto de toda la Vall de Segó como del mar.