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La crisis interna

El PP se asoma al abismo

Los populares valencianos llegan a la semana en la que su dirección debe pedir el congreso con la situación de Barberá sin resolver - Bonig apuesta por implantar los cambios sin esperar a Génova

Gerardo Camps junto a Agustín Almodóbar. JOSE NAVARRO

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Llega una semana clave. Una reválida para Isabel Bonig y los barones provinciales del PP, decididos a mover ficha y cuadrar un movimiento que les apuntale al frente de la nave popular antes de que la ola también les acabe arrastrando a ellos. Pero lo cierto es que la cúpula popular afronta los días previos a la reunión de la Junta Directiva en la que se debe aprobar la solicitud del congreso extraordinario -probablemente la cita se celebre el jueves o el viernes- con demasiados cabos sueltos. La situación de Rita Barberá -una imagen de tal calibre que condiciona cualquier resolución- está todavía sin resolver, las diferencias con Génova a la hora de abordar este asunto crecen y, frente a eso, la posición del PPCV es de una urgencia absoluta. Caminan hacia el abismo, dicen. Con opciones todavía de poder cambiar el rumbo pero, ojo, insisten en que o los movimientos se ejecutan con rapidez o, de lo contrario, el escenario se complicará. Y será cada vez más difícil poder esquivar ese precipicio.

La cúpula del PP de la Comunitat se ha pasado la semana presionando a Génova para que tome medidas. Especialmente con Rita Barberá. Los contactos han sido permanentes. La figura de la que fuera alcaldesa de Valencia es un símbolo que tapa cualquier «contrataque». En la cúpula regional entienden que con el blindaje de Barberá en la Diputación Permanente del Senado, Madrid ha adoptado una salida errónea. Y así lo han trasladado en esas conversaciones. Pero lo cierto, señalan, es que la resolución que tome la directiva regional sobre la convocatoria del congreso no será creíble si la ahora senadora no da un paso atrás... O se lo hacen dar desde la ejecutiva nacional.

El problema, apuntan estas mismas fuentes, es que en Madrid están paralizados por el complicado escenario que se le abre a Mariano Rajoy. La celebración del congreso extraordinario en la Comunitat cuenta con el aval de Génova. Pero en los contactos que se han producido esta semana tampoco se han puesto sobre la mesa fechas para su celebración. Como adelantó este periódico, la voluntad de la cúpula regional del PP es que el proceso culmine antes del verano. Una de las cuestiones clave es la «democratización» del PP, una formación en la que hasta ahora prima el «dedazo» y la falta de participación de la militancia. En la dirección popular entienden que ese congreso extraordinario debe aprobar un sistema de primarias para la elección de los órganos de dirección y la selección de candidatos. Incluso que se aplique sin tener que esperar a que lo autorice Génova en el próximo cónclave nacional que, con toda probabilidad, se convoque una vez que se desvele la incógnita sobre la posibilidad de que se pueda acabar formando gobierno o, por el contrario, la inestabilidad política de España aboque a unas nuevas elecciones.

Para poder sortear ese problema, tanto en la propuesta de primarias como en otras cuestiones que están sobre el tapete -cambio de siglas, discurso, regeneración democrática...-, los populares estarían dispuestos a utilizar otros «nombres» para evitar el conflicto. Pero lo cierto es que, en estos momentos, Génova todavía no ha dado su opinión sobre el contenido del congreso. Únicamente se ha comprometido a celebrarlo pero sin poner la fecha. Así que, a día de hoy, la formación tiene una ejecutiva con un liderazgo provisional -Bonig fue elegida «a dedo» por Rajoy como sustituta de Fabra-, una dirección atenazada para intentar «lavar» la imagen del PP mientras Génova evita tomar decisiones contundentes y sin poder lanzar un discurso nuevo como proyecto de Comunitat, algo que la regional también pretende introducir con un documento en ese próximo congreso extraordinario.

Pero es que, incluso, los populares tienen otro problema más grave por resolver: la crisis que lastra sus movimientos en las grandes ciudades. En Valencia, muy posiblemente, se nombrará una gestora que tendrá por delante una dura tarea. Están dispuestos a quedarse sin ediles. Quieren apartar a todos los concejales implicados en la «Operación Taula», aún a riesgo de quedarse sin representación. No tomar esa decisión drástica, señalan, sería contraproducente y dejaría la credibilidad por los suelos. Pero es que, a su vez, el PP de Alicante tiene bloqueado el nombramiento de una dirección provisional hasta que no se produzca el relevo en Valencia. A eso hay que sumar el final del liderazgo de Mercedes Alonso en Elx y el escenario que se abre en el PP de Castelló sin nadie capaz de tomar el mando.

Los populares valencianos están seguros de que tienen mimbres para revertir la situación. La organización continúa siendo potente y con una base muy importante. Pero sin soluciones urgentes, el PP de Bonig aparecerá durante años como una formación vinculada a la corrupción y sin capacidad de reacción. Llegados a ese punto, la cúpula del PPCV se enfrentaría al abismo y tendría muy complicado recuperarse. En el pecado, está la penitencia.

Gerardo Camps reaparece en un acto

El acto que organizó ayer el grupo del PP de la Diputación de Alicante contó con la presencia, para sorpresa de los allí presentes, de Gerardo Camps. El exvicepresidente de la Generalitat y hoy diputado en el Congreso reapareció de forma pública en la jornada del partido unos días después de que haya salido a la luz que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil le está investigando en el marco de la operación Taula. Este diario trató de conocer ayer su versión, pero Camps -que está aforado al igual que Barberá- declinó realizar cualquier tipo de declaración. «De filtraciones no hablo», se limitó a decir.

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