Soy rumana, ingeniera industrial de formación, tengo 45 años y llegué a Valencia en 2004. Vine harta de la microcorrupción en la vida diaria que había en mi país. Me cansé de los sobornos para ir al médico o para hacer cualquier trámite cuando mi hijo nació con problemas de salud y tuvo que pasar tres meses en el hospital.

o venía a España? ¡pero no sabía que en Valencia había dos lenguas oficiales! Llegué a Catarroja y el ayuntamiento me envió al colegio Jaume I. ¡Yo ni sabía entonces quién era Jaume I! El director era Vicent Moreno, actual presidente de Escola Valenciana. Yo sólo hablaba rumano e inglés. Mi marido, algo de español. La buena impresión que nos causó su acogida nos hizo matricular a nuestro hijo mayor en valenciano.

Decidí aprender rápidamente el valenciano por dos motivos. El primero, para entender la lengua en la que estudiaba mi hijo y poder ayudarle. El segundo fue decisivo: en una reunión de padres del colegio, la persona que moderaba pidió a todos los presentes que hablaran en castellano porque había una mujer de Rumanía que no entendía el valenciano. Me sentí incómoda de que por mí cambiaran su manera de hablar. Y pensé: «Nunca más pasará, porque a mí nadie me ha invitado a venir a Catarroja. He venido yo porque quise». ¡Y recuerdo que de todas las presentes, una mujer no dejó de hablar en valenciano en todo momento!

En 2006 me apunté al programa de Voluntariat pel Valencià. En 2008 ya formaba parte del programa. Ahora soy la coordinadora del Voluntariat pel Valencià y trabajo en Escola Valenciana. Es cierto que muchas mujeres extranjeras „especialmente las marroquíes„ no muestran interés por aprender valenciano. Pero es más cultural que por ser mujeres.

No hay que ver el valenciano como un obstáculo si eres inmigrante. ¡Todo lo contrario! Parlant en valencià jo em senc d´ací, valenciana. La llengua de la terra m´ha aportat amics i cultura. Una llengua minoritzada cuida més als seus parlants. I no pot haver res millor quan vens de fora que sentir-te tan cuidat.