El caso de Ana ha removido las entrañas de la administración. La Conselleria de Infraestructuras y Transportes se ha ofrecido a mediar ante la empresa concesionaria de la línea de autobús y el Ministerio de Fomento para tratar de librar a la vecina de Utiel que sufre la enfermedad de los huesos de cristal de la peligrosa odisea que supone recorrer, por el arcén de la carretera, los nueve kilómetros que separan su casa de la estación donde ha de coger el AVE para desplazarse a Valencia, donde estudia. Como ayer contó Levante-EMV, esta es la única alternativa que le queda a Ana porque el autobús que cubre el servicio directo no está adaptado a su situación.

El director general de Obras Públicas, Transporte y Movilidad de la Generalitat, Carlos Domingo, se reunirá esta semana con el director de la firma Monbus para abordar la posibilidad de que el trazado disponga de un autobús adaptado a las necesidades de la afectada. Domingo mantuvo hace días un encuentro con Ana y el alcalde de Utiel y se comprometió a trasladar a Madrid sus reivindicaciones por carta y a hacer todo lo posible para que Fomento las atienda. Fuentes de la conselleria recalcan que las competencias de la línea de transporte público corresponden al Estado, puesto que el autobús hace parada en diversas comunidades autónomas.

Las muestras de apoyo se suceden

Ana se levantó ayer temprano para ser la primera en comprar el periódico y no dejó de recibir en todo el día muestras de cariño de los vecinos, volcados con su protesta. La estudiante de Utiel ha recogido más de 13.000 firmas de apoyo a su causa a través de la plataforma Change.org. La falta de accesibilidad del transporte público no solo representa un obstáculo académico para ella —apenas puede acudir al centro donde cursa Administración y Finanzas—, sino también laboral.

«He perdido muchas entrevistas de trabajo porque no podía llegar a tiempo», lamenta. Mientras tanto, siguiendo el ejemplo de «El Langui», Ana se coordina y busca movilizarse junto a otras personas de la geografía española con las que comparte la misma problemática para exigir una ley que obligue a adaptar los autobuses de larga distancia. «La unión hace la fuerza», sentencia.