Una de las voces más importantes en el mundo de las asociaciones de vecinos de Valencia se apagó ayer para siempre. Miguel Wiergo, que fue durante décadas presidente de la Asociación de Vecinos del Carmen, falleció ayer en Valencia tras una larga y penosa enfermedad contra la que llevaba años luchando. El velatorio se celebra hoy en el Tanatorio Municipal de Valencia y la incineración será mañana a las 11 horas en el mismo lugar.

El nombre de Miguel Wiergo va irremisiblemente atado a la historia de Ciutat Vella y, sobre todo, a la del barrio del Carmen. Presente en prácticamente todas las luchas vecinales que han convertido este enclave de Ciutat Vella en lo que es hoy día, Wiergo era una de las voces más veteranas en la Federación de Asociaciones de Vecinos. Junto a Sol Romeu, Alfonso Cortés o Carmen Vila, Wiergo desarrolló una intensa actividad durante los últimos 20 años, enfrentándose a todo y a todos.

De hecho, Wiergo protagonizó sonoros enfrentamientos con el Ayuntamiento de Valencia (Alfonso Novo llegó a expedientarle por unas obras ilegales que le llevaron al juzgado), con la Confederación de Asociaciones de Vecinos o con la misma Federación de Asociaciones de Valencia, de donde la entidad que presidía llegó a ser expulsada por no acudir a los plenos en 1996.

Hostelero de profesión „gestionó el local de la Societat Coral el Micalet, así como un local homónimo en la calle Covarrubias y otro en la calle Julio Antonio, entre otros„, la actividad de Wiergo comenzó durante la Transición, mano a mano con David Hammerstein, de quien, finalmente, le acabaron separando sonoras diferencias en 1998. Desde entonces, gestionó el jardín de Abd Al Aziz, declaró en el juzgado por una denuncia del Ayuntamiento de Valencia tras unas obras en un restaurante, defendió la muralla árabe y su protección, criticó la suciedad y las plagas que azotaron el barrio, denunció el mal estado de la plaza Centenar de la Ploma e, incluso, llegó a vender libros para pagar los gastos de su entidad.

Precisamente, la protección de la muralla árabe y de los restos históricos presentes en el barrio fue uno de sus caballos de batalla. Empeñado desde hacía décadas en poner en valor el patrimonio árabe, Wiergo llegó a gestionar un jardín situado junto a un fragmento de murala. El plan RIVA cedió en 1997 el llamado jardín de Abd el Aziz a la asociación de vecinos, que se encargaba de limpiarlo, adecentarlo y organizar visitas guiadas para que vecinos y turistas pudieran conocer parte de un patrimonio que a principios de los 2000 estaba abandonado.

Sin embargo, Wiergo habilitó un bar y derribó un bar para unirlo al jardín, lo que provocó un enconado enfrentamiento con ayuntamiento y diputación. Pese a que insistió en que era la entidad la que se encargaba de mantener en condiciones del espacio, el ayuntamiento ordenó el cese de actividad del local en 1998.

En definitiva, con la de Wiergo se apaga una de las voces más reivindicativas de la ciudad. Es difícil entender el estado actual del barrio del Carmen sin su figura y sin las reivindicaciones vecinales, sobre todo antes del Plan RIVA, que evitaron que la degradación del Carmen, patente a finales de los 80, terminara con el corazón de la ciudad.

En los últimos años había reducido su actividad fruto de la enfermedad que le aquejaba. Surgieron nuevas asociaciones vecinales en la zona y los históricos dirigentes de la ciudad dieron un paso al lado para dejar que nuevos presidentes y presidentas se hicieran cargo de las asociaciones vecinales. Pero Vila, Cortés, Romeu o Wiergo, entre otros muchos, han dejado su huella en la Valencia actual tanto o más como los sucesivos gobiernos municipales desde la llegada de la democracia.