Uno, el farmacéutico es un aliado clave de los médicos para abortar automedicaciones incorrectas. Dos, no tome antibióticos por iniciativa propia. Tres, el abuso de antibióticos cuando no se deben ingerir está «creando unas resistencias muy grandes a los antibióticos» en la población y «eso es un peligro muy grande de cara al futuro, cuando tengamos infecciones rebeldes a tratamientos antibióticos que no podamos tratar». Estos mensajes los lanza el médico de familia valenciano José Luis Llisterri, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), quien lamenta la «falta de cultura sanitaria» que hay en España.

«No existe una sensibilización social respecto al peligro que entraña tener resistencia a los antibióticos usados indiscriminadamente. Los antibióticos son un adelanto científico muy grande. Pero, en este momento, por un resfriado o una gripe se acude a los antibióticos. Muchísima gente, por una faringitis, una amigdalitis o un dolor de garganta acude a la farmacia y compra la amoxicilina y se la toma», critica.

Un ejemplo ilustrativo

Su ejemplo ilustra ante una cuestión básica pero muchas veces desconocida. «Cuando uno tiene una farangitis vírica, y un virus no lo mata un antibiótico, una persona profana se toma penicilina. Y lo que está haciendo es acostumbrar a ese tipo de antibiótico a la flora bacteriana que hay en el cuerpo humano. Y así se hace resistente: al cabo del tiempo, el antibiótico no será efectivo frente a la bacteria. Por eso sólo hay que tomarse antibiótico cuando se sufre una infección bacteriana. Y la inmensa mayoría de infecciones para las que la gente se automedica son víricas, no bacterianas», explica Llisterri.

Según cuestiona el presidente de los médicos de Atención Primaria, ante una faringitis o una amigdalitis, el enfermo que se toma el antibiótico curiosamente mejora en tres días y piensa que es debido al antibiótico. «¡No! Es porque el cuerpo ha superado esa infección vírica con defensas propias», dice.

A juicio de José Luis Llisterri, es necesaria una campaña de educación sanitaria por parte de la Administración estatal y autonómica para que cale el mensaje de que «el antibiótico sólo puede prescribirlo un médico».