Pablo Álvarez Bordils, de Castelló, estudió en Bruselas el año pasado y justo este fin de semana había viajado hasta allí para ver a sus amigos. Esta mañana tenía que coger el avión de regreso a España, pero la pereza a la hora de levantarse de la cama le ha salvado vida. "Tenía un vuelo hacia las diez y media, así que he cogido el autobús 12 hasta el aeropuerto. A las ocho y media, ya de camino a la última parada, el autobús se ha detenido en medio de la carretera. Las dudas y preguntas nos han asaltado y el conductor nos ha anunciado que había habido un 'pequeño' atentado en Zaventem. Yo tenía que haber cogido el autobús anterior, pero el quedarme remolodeando en la cama me ha salvado de no estar en la terminal de salidas en el momento del atentado", explica.

Pablo y sus compañeros del autobús no sabían si el aeropuerto estaba cerrado ni si podrían volar y, mucho menos, si había víctimas. "Nadie sabía nada y el autobús ha dado la vuelta hacia el centro de la ciudad", añade. El mismo autobús tenía como último destino la parada de Schuman, a escasos 200 metros de Maelbeek, donde este joven castellonense también ha sido testigo de las explosiones en el metro. "Poco después de bajar del autobús, he oído un fuerte estruendo aunque algo alejado, y a unos 20 metros una columna de polvo que se desvanecía en la calle. Las sirenas han empezado a sonar y era imposible avanzar entre el tráfico. Poco a poco han empezado a salir hombres y mujeres manchados de polvo, muchos de ellos ensangrentados y sujetando su maletín como si fuera una mañana normal", relata.

Pablo, que se encuentra bien, regresa en coche ahora hacia Castelló junto a un compañero de Murcia.

Laura evita el metro al enterarse de los atentados

Laura Vicente, de Castelló, trabaja desde hace once años en la sede del Colegio de Registradores en Bruselas, localizada en el barrio europeo, a pocos metros del edificio del Charlemagne de la Comisión Europea. Faltaban pocos minutos para las 9 y como cada día, Laura Vicente estaba esperando la salida del metro, en la parada de Stockel, para dirigirse a su trabajo, cuando ha leído en las redes sociales que la capital belga estaba en alerta máxima por el atentado en el aeropuerto de Zaventem. En ese momento ha tomado la que quizás sea la decisión más importante de su vida, ha cambiado de rumbo y ha salido de la estación de metro, para ir a recoger a su hijo de cinco meses a la guardería. Poco después de llegar a casa ha sabido que han estallado varios artefactos en el metro que le tenía que haber llevado hasta su trabajo.

«Todavía estoy asustada, siento mucha rabia e impotencia», comenta la joven castellonense. «Desde hace varios meses Bruselas está en alerta pero nunca pensamos que finalmente iba a suceder algo así». Desde primera hora de la mañana, y desde su casa en un barrio residencial a varios kilómetros del barrio europeo, no se despega del televisor e intenta responder a todos los mensajes que por redes sociales le hacen llegar sus familiares y amigos. «Esta mañana he podido contactar con mi familia por whatsapp y por Skype, las líneas de teléfono siguen bloqueadas», explica.

Un policía de Onda, cerca del aeropuerto en el momento del atentado

Uno de los agentes de la Policía Local de Onda se encontraba cerca del aeropuerto de Bruselas en el momento del atentado. Se trata del oficial de Policía 543, que se encuentra "en perfecto estado de salud", según informó el cuerpo de seguridad.

El agente, que se encontraba en Bélgica por cuestiones personales, se dirigía hacia el aeropuerto en el momento de los atentados para coger el vuelo de regreso a España, y es que esta misma noche tenía servicio en Onda, según destacó el intendente jefe de Policía Miguel Ángel Izquierdo. "Me ha llamado él mismo para decirme que no sabía si podría regresar a hora, pero que estaba bien", informó el jefe del cuerpo de seguridad local.

El vuelo estaba previsto a las 6.30 horas, sin embargo, se han cancelado todos los viajes. De todas formas, el agente está buscando en otro aeropuerto otro vuelo para regresar a España.

Desde la Policía Local de Onda también mostraron su "más enérgica condena a los atentados sufridos durante la mañana de hoy en Bruselas, así mismo ofrecer toda la ayuda y apoyo a familiares y conocidos de las víctimas de esta nueva barbarie".

El benicarlando al que sorprendió el atentado trabajando

Jairo Sans, de Benicarló (Castelló), trabaja con una beca de la Diputación de Castelló en la asociación de europea de gobiernos locales intermedios Partenalia en Bruselas desde el pasado mes de octubre. Las oficinas de esta asociación se encuentran a escasos metros de la plaza de Luxemburgo, frente al Parlamento Europeo, y de la parada de metro Maelbeek, donde esta mañana han tenido lugar los atentados.

«El barrio europeo está muy tranquilo, han acordonado la zona y no circulan los coches, tampoco hay personas por la calle», explica el joven politólogo. «Llevamos varios meses en alerta, por lo que, en parte, es un atentado que no nos ha sorprendido, desde los ataques a París, Bruselas estaba en el punto de mira». Jairo Sans, del mismo modo, comenta que tratará de llevar una vida normal, «seguiré acudiendo al trabajo y saliendo como antes, haré lo posible para que estos atentados no me afecten».

Gema Soriano: "Las calles están llenas de policías"

A Gema Soriano la noticia de los atentados le ha sorprendido a punto de comenzar su jornada laboral. Esta castellonense de 24 años, graduada en Periodismo por la Universitat Jaume I, trabaja en Bruselas como becaria de la Oficina de la Generalitat de la capital belga. "Nada más he llegado, en seguida nos han dicho que nos fuéramos a casa. Desde Valencia nos han comentado que trabajemos desde casa", ha explicado y ha añadido que "a un compañero le han pillado en el metro, estaba a dos paradas de Maelbeek".

Gema ha asegurado que "la verdad es que el ambiente ha estado muy tenso estos meses. Nadie se podía imaginar que nos atacarían, pero la gente estaba con la mosca detrás de la oreja". Además, tras la detención de Salah Abdeslam, "pensé que había que estar alerta".

También ha explicado que "se han cancelado todas las reuniones y eventos de las instituciones" y ha señalado el pánico que se ha vivido en el metro. "Es un medio de transporte muy concurrido. Lo coge todo el mundo, desde los que van al Parlamento y a la Comisión a cualquier otro trabajador" y ha comentado que "cuando he vuelto a casa, la gente estaba muy callada y las calles estaban llenas de policías. A la mínima, cuando alguien hacía un ruido, todos se daban un susto de muerte".

De reuniones en Bruselas

Alejandro Garabato, técnico REACH (asuntos reglamentarios sobre sustancias químicas) de la empresa Colorobbia, de Castelló, estaba reunido en el barrio europeo, concretamente en la zona de Montgomery, a escasas dos paradas de metro del lugar donde tuvieron lugar las explosiones, cuando se enteró de los atentados. El comienzo de la reunión pocos minutos antes del atentado determinó que no se viera implicado en el ataque. Siguiendo con las recomendaciones de las fuerzas de seguridad hasta varias horas después del atentado tuvo permaneció en la oficina donde tuvieron lugar las reuniones.

Garabato reconoce que el ambiente es «extraño», y es que «la gente está calmada, resignada por una situación que se escapa a sus sentidos, y a la espera de nuevos acontecimientos y noticias». El castellonense está preocupado además por la vuelta a casa, tenía programado el viaje a casa mañana miércoles. «Tenemos todavía poca información sobre la salida de vuelos. El aeropuerto sabemos que está cerrado. Tanto los compañeros de la reunión como yo mismo estamos buscando aeropuertos alternativos para llegar a casa pronto», explica.