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Desgaste en solitario con los barones en segundo plano

La lideresa está asumiendo sola el conflicto; Betoret se ha apartado y Císcar y Moliner la apoyan pero evitan salir

Isabel Bonig tiene un problema añadido al que se le avecina si Génova le da la espalda en su conflicto con los concejales y ese problema es la soledad en la que, al menos en apariencia, se halla. En su propuesta de refundación del PPCV contó con el respaldo público de los tres barones provinciales, pero en las últimas semanas, cuando el pulso con los concejales es más tenso, los dirigentes provinciales están desaparecidos. El presidente de Valencia, Vicente Betoret, se ha visto obligado a dar un paso atrás al quedar salpicado por la investigación. Es uno de los apoyos que Bonig ha perdido y que por razones obvias no puede estar ya en la foto de la regeneración. Incluso podría volverse en contra (su número dos cuestionó abiertamente la línea roja), aunque en el partido aseguran que no lo hará y que si es imputado dará un paso atrás.

El responsable de Alicante, José Císcar, comparte la política de mano dura e incluso estimula a Bonig en este sentido, pero es cierto que lleva un tiempo en segunda fila. La más implicada es su mano derecha, la secretaria general, Eva Ortiz, que está dando la cara junto a Bonig y quien también podría salir chamuscada. El tercero en discordia, el barón de Castelló, Javier Moliner, prefiere también no desgastarse en esta guerra. Apoya a Bonig, pero tampoco ha cerrado filas con ella públicamente.

En algunos sectores del partido sorprende que Bonig no haya movilizado a su ´ejército´ para respaldarle. La lideresa tiene apoyos en el grupo parlamentario, pero no lo controla al cien por cien. Incluso ella los ha abroncado (con el consiguiente malestar generado) bajo la acusación de que no dan la cara. Y en el «cap i casal» los ediles sancionados están, según algunas fuentes, soliviantando a los distritos.

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