Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Innovación en las aulas

El 'flabiol' ya le sopla a la flauta alemana

Más de 2.600 alumnos trabajan en las aulas de 31 colegios e institutos con el hermano menor de la «dolçaina» en un proyecto que busca preservar la música tradicional

El 'flabiol' ya le sopla a la flauta alemana

«La pregunta no es ¿por qué el flabiol?, sino ¿por qué no?», piensa en voz alta David Reig Delhom, profesor de Música del Instituto de Educación Secundaria (IES) Sanchis Guarner de Silla. Lleva cinco cursos trabajando con sus alumnos de ESO la tradicional flauta de pico valenciana con la que se aprende a tocar la dolçaina al compartir ambos instrumentos la misma digitación o posición de los dedos.

Reig Delhom es uno de los pilares del movimiento de innovación pedagógica que aboga por la introducción en la enseñanza de la música en colegios e institutos del flabiol, que a diferencia de la flauta dulce, que es de origen alemán, permite interpretar las melodías tradicionales valencianas de una forma más natural y sencilla.

El flabiol, además de ser un instrumento «más nuestro», añade Reig Delhom, suma y no resta. «Cualquier cosa que se haga con la flauta alemana se puede hacer con el flabiol valenciano», asegura este docente que enseña a sus alumnos de ESO a tocar con el hermano pequeño de la dolçaina no solo «Ja ve Sento» o el «Tio Canya», sino también melodías medievales de las «Cántigas» de Alfonso X y hasta ragtime e incluso bandas sonoras de películas de moda como «Stars Wars».

Un movimiento en expansión

Esta es la ilusión que mueve las alas del «Projecte Flabiol» que impulsa el Centro de Formación, Innovación y Recursos Educativos (Cefire) de Alicante y que ya cuenta con 2.660 alumnos de Primaria y ESO de 31 centros (28 colegios y tres institutos), 20 de ellos de Alicante, 8 de Valencia y tres de Castelló. El programa, que este curso ha sumado 8 escuelas y un instituto más, prepara para el próximo 27 su primera «Trobada pel flabiol a l'escola», que tendrá lugar en Valencia.

El punto de partida es preservar el patrimonio inmaterial de la música popular valenciana haciéndola sonar en las aulas. «Con la promoción del uso y la enseñanza del flabiol „ cuenta Manuel Avi, asesor de Ámbito Humanístico del Cefire de Alicante „, además de mantener vivo nuestro patrimonio musical los alumnos están más cerca de aprender a tocar la dolçaina, algo que no ocurre con la flauta dulce, que se ve solo como un instrumento escolar sin recorrido fuera de las aulas y que no trasciende a nuestra cultura musical».

Una cantera de «dolçainers»

Un objetivo del que están disfrutando los alumnos de tercero de ESO del IES de Silla. «Estamos aprendiendo a tocar las canciones que escuchaban nuestros padres y abuelos», relata Santi Alba. E incluso alguno de ellos, como Candela Sevilla, ya hace sonar la dolçaina que le regalaron el pasado curso: «Cuando tengo tiempo, cojo las partituras del flabiol y las toco con la dolçaina». Y es que estos más de 2.600 jóvenes flabiolers son una cantera en potencia de futuros dolçainers nunca vista que puede ayudar a que no se pierda un sonido que forma parte del ADN de los valencianos.

Otra de las piezas claves del «Projecte Flabiol» es el lutier Francisco Jesús-María Romero, Paco Bessó. Este maestro xirimiter, que en su taller de l'Alfàs del Pi construye flabiols, dolçaines y gralles, es el creador del flabiol escolar de plástico, un instrumento que al tener un precio similar a una flauta facilita su incorporación a las aulas.

Bessó aprendió a tocar el tabalet y la dolçaina con el Mestre, el recientemente fallecido Joan Blasco. Aún recuerda con emoción el primer flabiolet de caña que le regaló su mentor. Él es un veterano en la lucha por introducir el flabiol en los colegios, algo en lo que lleva un cuarto de siglo batallando.

El primer obstáculo que venció es técnico porque el flabiol originalmente es un instrumento artesanal hecho de caña, con lo que cada uno suena de una forma diferente. Junto con Raimon Galiana lo estandarizó construyendo un instrumento de madera afinado y compensado y, a partir de ahí, confeccionó un molde por inyección cuyo resultado es un flabiol de plástico con un precio más asequible, entre 7 y 13 euros, que sale más económico si lo adquiere directamente el centro docente.

El equipo del «Projecte Flabiol» lo completan Josep Pons, maestro de Música de Primaria y autor del libro «Flabiol», un cuaderno editado por Bromera que incluye un CD con el que se pueden tocar las partituras como si fuera un karaoke, y Teresa Ortega Ferrer, también maestra de Música, y autora del trabajo «Introducció del flabiol a l'escola com alternativa de la flauta dolça», que es de acceso libre en internet y en el que se puede encontrar la digitación del flabiol.

«Canta, Toca y Balla»

A esto se suma la colección «Canta, Toca y Balla» que ha publicado Reig Delhom en Audioart Ediciones, 14 cuadernos con 12 canciones cada uno para tocar el flabiol y la orquesta Orff (xilófonos, metalófonos, carillones y pequeña percusión) en el aula.

El esfuerzo de este colectivo ha hecho que el flabiol ya cuente con cientos de arreglos de partituras y canciones tradicionales valencianas para trabajar con alumnos de Primaria y ESO de acceso libre en internet (pacobesso.net).

Además, con el apoyo de la Dirección General de Innovación de la Conselleria de Educación, Bessó, Pons, Ortega Ferrer y Reig Delhom, desarrollan talleres de formación para profesores que ya se han realizado en los Cefire de Alicante, Benidorm, Xàtiva y Valencia.

Con todos estos recursos, «ahora lo que hace falta es que los docentes quieran dar el paso» hacia el flabiol, concluye Bessó. Un cambio que, «como todos, costará», dice Reig Delhom. «Todos trabajamos „continua„ la flauta dulce en el aula por inercia: porque es lo que nos han enseñado en la facultad, porque es lo que hacen todos, porque hay miles de partituras y libros..., ni siquiera te planteas cambiar de instrumento aunque los objetivos del currículo de Primaria y ESO se pueden cumplir igual con la flauta que con el flabiol».

Frente al dejarse llevar, los defensores del flabiol anteponen la «militancia cultural». «Si conseguimos que los niños canten y toquen con el flabiol canciones valencianas, no se perderá la cultura popular de a pie de calle», asegura Bessó. Un patrimonio inmaterial que «¿si no lo trabajan los maestros en las escuelas quién lo ha de hacer?», apunta David Reig Delhom citando al exmiembro de Al Tall y referente mundial de la música folk, Eliseo Parra.

Compartir el artículo

stats