Una reunión urgente de la Conferencia de presidentes autonómicos «para fijar la senda de ajustes con Europa»; una crítica cargada de «vergüenza» y «bochorno» por la actuación de las instituciones comunitarias «que entregan a los refugiados a Turquía a cambio de 6.000 millones y la esperanza de entrada en la UE» y la demanda de un nuevo modelo de relación entre la Administración central y las comunidades «porque el Estado autonómico está agotado» son los principales mensajes que el presidente Ximo Puig quiso ayer lanzar en Madrid en una conferencia pronunciada en el lujo hotel Ritz.

El expresidente Rodríguez Zapatero actuó como presentador y no escatimó elogios hacia quien considera «un hombre en busca de la sustancia y no de la escena», «una persona y no un personaje», y brindó también a Puig la oportunidad de explayarse en la «vía valenciana» para formar un gobierno en España, «la vía de Ximo Puig», afirmó el exmandatario, que no se prodiga en público.

Ante casi todo su Consell (solo Gabriela Bravo, se quedó de guardia en Valencia), pesos pesados del socialismo español como la presidenta Micaela Navarro, el portavoz Antonio Hernando, el ex presidente del Parlamento Europeo Enrique Barón y su predecesor en el cargo y senador Joan Lerma, Ximo Puig defendió «la vía valenciana, que es el diálogo, la concertación y la superación del partidismo por el interés común» con la vista puesta en un acuerdo entre socialistas, Ciudadanos y Podemos para un gobierno de España: «No es antinatural. Claro que es posible. Para eso, hay que tener mentalidad superadora de los antagonismos y los prejuicios. Si se quiere, hay suficientes elementos para hacerlo», sostiene Puig, quien consideraría «un fracaso» que hubiera nuevas elecciones. Las coaliciones son para Puig «una solución democrática que aporta gobiernos más deliberativos» como el valenciano.

Fueron los ejecutivos de Juncker y de Rajoy los que se llevaron las principales críticas del presidente de la Generalitat. Y ambos en primera instancia por la política sobre los refugiados sirios. Del primero lamentó el acuerdo de devoluciones a Turquía. «Cuanta más Europa necesitamos, menos tenemos» y abogó por la elección directa del presidente de la Comisión. Al segundo le reprochó el bloqueo del «barco de la esperanza» el que quiere fletar el Consell para traer a 1.800 refugiados con ayuda de Balearia.

Pero fue en el apartado de la política española y valenciana en el que Puig se explayó contra el Gobierno de Rajoy, del que llegó a apuntar que no está legitimado, por tratarse de un Ejecutivo en funciones, para asignar el reparto del déficit ni negociar los ajustes con Europa. El jefe del Consell pidió una reunión urgente de la conferencia de presidentes para tratar este último asunto y rechazó la condición de malgastador que le coloca el ministro Montoro. «Gastamos menos que la media española pero nuestro déficit es mayor. Nuestro problema es de ingresos, no de gastos, y no es solo por la infrafinanciación, sino por la mala gestión anterior, las decisiones equivocadas en las prioridades de inversión y la corrupción».

«Derribar el muro en Cataluña»

Zapatero había apuntado en la presentación en el Fórum Nueva Economía que la voz de Puig estaba llamada a ser importante en España, y éste quiso usarla para brindar un puente a Cataluña. «A los valencianos nos preocupa. Hay que derribar el muro de silencio entre los gobiernos de Cataluña y España». Para ello, el presidente propuso gestos como compartir sedes de capitalidad, hoy todas en Madrid, o una nueva oportunidad para el Estatuto de Cataluña «en el marco de una España federal».

Los líderes empresariales valencianos escuchaban atentos, y también los presidentes de dos colosos económicos: José Ignacio Goirigolzarri (Bankia), quien quiso acudir como «presidente de un banco valenciano» y José Manuel Machado, máximo responsable de Ford España, quien en el turno de preguntas inquirió en público al mandatario valenciano si había pedido el día anterior a Montoro que agilizara las inversiones en el corredor mediterráneo ferroviario. «El corredor es esencial „respondió Puig„, pero no para la Comunitat Valenciana sino para España, y si las obras siguen al paso de tortuga que llevan ahora nuestra capacidad de competir perderá mucho. Porque es muy importante para Ford, para nuestro sector agroalimentario y para tantos otros, pero es irracional que haya más sensibilidad en Bruselas que en el Gobierno de España sobre esta cuestión».

Preguntado sobre la pérdida del proyecto de hotel-casino en el puerto de Valencia dijo no tener detalles y subrayó que la competencia es municipal, pero sí anunció una buena noticia industrial en el Camp d'Elx protagonizada por una multinacional española que no citó pero que es Inditex, la matriz de Zara (ver sección de Economía), enmarcando esa probable inversión en «un proceso que está cambiando el paradigma de la Comunitat Valenciana, que ya no tiene nada que ver con lo que era hasta ahora y que se basa en la reparación, la reconstrucción y el renacimiento».