La histórica embarcación que llevaba dos años amarrada sin pena ni gloria en un muelle del Club Náutico de Valencia fue botada en 1912 bajo el nombre de Königin II (Reina II, en alemán). Era un precioso velero de dos mástiles encargado por el barón Waldemar Von Dazur Hannover a principios del siglo XX y construido por los astilleros Abeking & Rasmussen de Bremen (norte de Alemania.

En 1931, con media Europa empezando a sucumbir a las insurgentes hordas del fascismo, se hizo con el Königin II Alessandro Parisi Nobile, un amigo del dictador fascista italiano Benito Mussolini, a quien regaló el yate poco después tras cambiarle el nombre por «Fiamma Nera» (llama negra, en italiano).

Bajo ese nombre navegó durante los siguientes 15 años. Sus camarotes, decorados con maderas nobles, sedas, teciopelos y cueros rojos, albergó los encuentros en alta mar del Duce y su amante, Claretta Petacci. En 1943, con el declive del fascismo en Italia y el régimen a punto de caer, Mussolini prefirió hundir su preciada «Fiamma Nera» antes de verla en manos de Hitler. Así, el 8 de septiembre de ese año, la embarcación fue lastrada al fondo del mar de Liguria, donde permaneció hasta los primeros años de posguerra, de donde la rescató el conde Sereni, quien la rebautizó como «Serenella».

En 1956, otro aristócrata, en este caso el príncipe Cremisini, se hizo con el yate, al que cambió de nuevo el nombre: «Estrella de Guarajuá». Luego pasó por las manos de un ingeniero y de tres amigos adinerados que se tomaron por primera vez en serio devolver al barco su esplendor de antaño.

Tras participar en una competición de velero de época en 2002 y servir para un proyecto público de monitorización de delfines en el Mar Tirreno ese mismo año, su pista se difumina hasta que, en 2006, comienza la restauración definitiva. Durante cuatro años y con una inversión de 1,4 millones de euros, el velero recupera su aspecto y nombre originales bajo la dirección de un estudio de arquitectura romano que buceó en los planos originales de Abeking & Rasmussen. Después, la Königin II cayó en manos de su actual propietario.