La de Pilar Llopis ha sido una vida plena. Ni en la posguerra recuerda pasar hambre, lo que no implica que fuera ajena a lo que pasaba a su alrededor. Era y es una mujer solidaria. Hija de agricultores, natural de Albocàsser, la comida jamás faltó en su casa. Con 17 años renunció a sus estudios para cuidar de su madre enferma y se trasladó con ella a Valencia.

En su pueblo conoció al que fue su marido, un alto cargo, un hombre joven y bien posicionado que bebió los vientos por ella desde le primer día. No fue el único. La lista de pretendientes de Pilar es digna de novela. Tanto es así que, siendo casi una niña, un familiar decidió presentarla como aspirante a Miss. Ella no sabía ni lo que era, pero su solicitud fue aprobada. Su madre se negó y todo quedó en una anécdota de la que Pilar se ríe a carcajadas.

A los 78 años, mide 1,60 y pesa 62 kilos. Goza de buena salud, cuida su alimentación y disfruta de largos paseos por la playa. Con su marido y con sus hijos ha viajado por todo el mundo. Sabe coser, cocina «de maravilla» y en repostería no tiene rival. No es «despilfarradora» y ha sabido invertir su dinero con inteligencia para vivir ahora con comodidad, pero sin lujos. Tampoco los quiere.