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El cambio climático ha provocado el invierno más cálido y seco desde que hay registros, pero sus efectos se están notando también en el mar Mediterráneo, donde se ha producido un ascenso de las temperaturas de tres grados.

El agua del mar suele estar en los meses de diciembre a marzo a unos 11-12 grados de media, pero esta estación la temperatura ha llegado a alcanzar hasta los 14 grados, según confirman biólogos y climatólogos. Este aumento supone una amenaza para las especies autóctonas, ya que las variedades invasoras se están adaptando mejor a las aguas cálidas del Mediterráneo.

«Los meses de febrero y marzo son los más fríos del mar, pero este invierno no se ha producido la bajada habitual de temperaturas, al contrario, hemos detectado en algunas zonas del Mediterráneo que el agua ha llegado hasta los 14 grados, de modo que las especies que necesitan aguas calientes cobran ventaja mientras que supone un inconveniente para las que precisan agua fría», explica la bióloga marina Mercedes Varela.

La ampliación del Canal de Suez ha supuesto un efecto «devastador» para el ecosistema marino porque las especies foráneas han llegado hasta el mediterráneo. «Procedentes del mar Rojo, normalmente se producía una criba en invierno porque bajan las temperaturas y se mueren, pero cada vez más se adaptan mejor al Mediterráneo y crean un problema para las especies locales».

Las variedades más afectadas por la subidas de temperatura son las corales y langostas, ya que son especies que necesitan el agua más fría, y las más beneficiadas son las temidas medusas. De hecho, el calentamiento global provoca desequilibrios en el ecosistema marino que afectan a la proliferación de estas últimas.

Uno de los efectos del incremento de temperaturas en el mar es que la posidonia floreció en noviembre en zonas del Mediterráneo como Cabo de Gata (Almería) y en estos momentos se encuentra en pleno proceso del fruto. «Esto supone un problema porque significa que la posidonia está estresada, en una planta se produce esta situación por la temperatura, que está más alta de lo normal, y florece y fructifica más rápido», asegura la bióloga.

La posidonia, uno de los ecosistemas más importantes porque actúa como oxigenador del mar, lo normal es que florezca cada diez años, pero ahora lo está haciendo cada dos.

En los últimos 50 años han entrado por el canal de Suez o por Gibraltar al Mediterráneo unas 800 especies exóticas, de las cuales unas 80 se pueden considerar invasoras, explica el catedrático de la Universidad de Alicante Alfonso Ramos. La diferencia entre ambas consiste en que las exóticas no existían en el Mediterráneo, pero pueden no ser perjudiciales, mientras que las invasoras perjudican al ambiente y a otras especies autóctonas.

Modificación del hábitat

El profesor del departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada sostiene que las especies invasoras más peligrosas son aquellas que alteran, modifican o degradan el hábitat.

Para Ramos, una vez que han entrado y desarrollado en el ambiente, es «prácticamente imposible combatir o controlar» estas especies.

Las medidas que se están tomando son de carácter preventivo, como es el caso del tratamiento de agua de lastre de los barcos, que supone un alto foco de introducción; la divulgación de estas especies en colectivos como pescadores y buceadores; y campañas de observación en los puertos, que son los principales lugares de entrada.

El Centro de Investigación Marina (CIMAR) de Santa Pola ha enviado una lámina de especies exóticas a las cofradías de pescadores de la provincia para que tengan conocimiento de cuáles son las dañinas y cuáles no.

Consecuencias tormentas fuertes de mayo a noviembre

El catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, corrobora la subida de la temperaturas del mar durante este invierno, aunque considera que ha sido «un tanto excepcional» por el efecto de El Niño. Este fenómeno se produce cada 10-15 años con una intensidad muy alta, como la de este año, y altera la circulación atmosférica y las temperaturas en toda Europa occidental.

El climatólogo alerta de las consecuencias de este incremento: «Es cierto que una temperatura en invierno tan elevada es perjudicial para los ritmos biológicos del Mediterráneo. Y, además, va a ampliar el riesgo de inestabilidad atmosférica en el litoral mediterráneo este año, puesto que durante más meses del año el mar va a estar cálido».

Por ello, Olcina sostiene que a los efectos biológicos se suman los atmosféricos, con la posibilidad de que se desarrollen tormentas fuertes desde los meses que comprenden de mayo a noviembre.