La consellera de Sanitat, Carmen Montón, se ha encontrado en medio del último roce entre los líderes socialistas en la Comunitat Valenciana y en España. Ximo Puig le dio una de las carteras importantes del Consell y Pedro Sánchez acaba de incluirla en el denominado «gobierno en la sombra», el equipo de confianza con el que espera culminar el asalto democrático a La Moncloa el 26 de junio.

Como esos niños que un día han de enfrentarse a la incómoda pregunta de si quieren más a la madre o al padre, Montón tuvo que pronunciarse ante Puig sobre el reconocimiento que le ha realizado Sánchez. Se movió en la delgada línea del equilibrio que ha sabido pisar en su ascenso desde que a sus escasos 19 años apareció en un cargo político.

Está orgullosa de la designación, aunque le quitó trascendencia. Responde, dijo, a que ella, como Puig, forma parte de la Ejecutiva Federal del PSOE, así que acude en representación del PSPV.

Su función en este «grupo de trabajo» será la de coordinar las políticas de Igualdad, que sean transversales en el desarrollo de la campaña, explicó tras una reunión en el Palau de la Generalitat sobre concesiones sanitarias.

Y a continuación, precisó que su «compromiso está con los valencianos y, sobre todo, con el presidente de la Generalitat».

La situación no es la misma para la titular de Justicia del Consell, Gabriela Bravo. En julio de 2015, Sánchez contó con ella para el equipo de expertos con el que elaboró las propuestas de gobierno de cara a las elecciones de diciembre.

En aquel grupo estaban muchos de los del actual «gobierno del cambio», como Jordi Sevilla, Ángel Gabilondo o Sami Naïr. La irrupción ahora de Margarita Robles podría haber apartado del área de Justicia a Bravo.

Por otra parte, la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, lamentó ayer en Alicante el «papelón» de Puig con su propuesta de pacto al Senado con Podemos y Compromís, que dijo que «recordaba al Frente Popular del 36».