No uno, dos abrazos se dieron ayer Ximo Puig y Pedro Sánchez tras meses de distanciamiento culminados la semana pasada con el desencuentro público por la abortada Entesa valenciana al Senado, una fricción de la que el candidato socialista a La Moncloa solo habló al ser preguntado por la prensa. «El PSOE no es un cuartel, hay debate, y mucho, luego se acuerda y nos ponemos a trabajar», zanjó en dos ocasiones.

La política es la ciencia del pragmatismo, así que se puede aplicar el dicho popular de que no hay mal que por bien no venga. El feo gesto del secretario general cuando visitó la ciudad en Fallas e ignoró protocolariamente a Puig, la proximidad de este con Susana Díaz, la presidenta andaluza y eterna amenaza de Sánchez al trono de Ferraz? Todo pasó al olvido ayer, en vísperas de una nueva campaña electoral, en la que el candidato socialista no podía permitirse la imagen de enfrentamiento con el representante de la que es hoy la segunda autonomía, en importancia, del PSOE.

En este contexto, bajo el falso techo de un funcional salón de actos de la sede de los socialistas valencianos, rodeado de los candidatos del PSPV al Congreso y al Senado, Sánchez retrató a Puig como «extraordinario compañero y presidente de la Generalitat, que defiende con pasión sus intereses». «Cuenta con mi apoyo y aprecio entusiasta», dijo antes de fundirse en un abrazo entre aplausos.

Pero todo cuesta. También la paz. Y Sánchez no podía aterrizar desde Alemania con la mochila vacía. La escena podría haber aparentado falsa. Así que además de abrazar a Puig, primero en el Palau de la Generalitat y luego en Blanqueries, abrazó las principales reivindicaciones del Consell. Y así, el «sí por el cambio» „el lema de Sánchez„ se transformó en «un sí por la Comunitat Valenciana». Si después de las elecciones del 26 de junio, gobierna, claro.

Es la primera vez en la historia de la democracia que un candidato a presidente del Gobierno adquiere un compromiso de esta naturaleza, subrayó Puig. Si el miércoles era el momento de avanzar en una alianza con Cataluña para salir de la «periferia invisible», ayer era el tiempo de ensalzar la importancia de poder tener «un gobierno aliado en España para cambiar las cosas». Un ejecutivo diferente al «hostil» de Rajoy, dijo.

La infrafinanciación encabeza el paquete de compromisos. Una financiación «que corrija los déficits de esta Comunitat Valenciana», afirmó Pedro Sánchez, que definió esta medida como «el corazón de la igualdad de oportunidades» y el «compromiso fundamental». «Vas a contar con un aliado», regaló al president.

No obstante, los mensajes en el asunto económico dieron la impresión de que iban en frecuencias diferentes cuando tocó hablar de la deuda con proveedores acumulada en los últimos veinte años a causa de la falta de recursos procedentes de Madrid. Son 42.000 millones de euros de la denominada deuda histórica. Puig dijo que la parte imputable a la corrupción y el despilfarro de los gobiernos del PP queda fuera del compromiso, pero sí entra la de la infrafinanciación.

Sánchez no pareció llegar tan lejos al responder sobre una posible quita de la deuda. Declinó confirmar este extremo. Habló de un «mejor sistema de financiación» con el que la Comunitat Valenciana «gane autonomía económica, que es lo que necesita. No ser provista por el FLA, sino acudir a los mercados de deuda».

La condonación de la deuda histórica es un asunto al que ya se opuso Susana Díaz, así que es un tema resbaladizo en el PSOE.

El documento compromete también a que en la próxima legislatura se acometan todas las obras pendientes del Corredor Mediterráneo (desde Almería hasta la frontera francesa), junto con otros proyectos «ralentizados o parados» por el Gobierno de Mariano Rajoy.

A saber: la licitación del túnel pasante de Valencia; la aprobación de contratos-programa para el transporte metropolitano de Valencia, Castelló y el eje Alicante-Elx; la unificación tarifaria del transporte estatal, autonómico y municipal, como se ha hecho en Madrid y Barcelona; el estudio de la transferencia de las competencias de los trenes de Cercanías, y la no prolongación de la concesión de la AP-7 cuando expire.

El compromiso de revisar todos los recursos planteados ante el Tribunal Constitucional y el apoyo a la reforma del Estatut son otros puntos del texto de cuatro páginas asumido por Sánchez.

Acaba con una cuestión simbólica, pero importante para el Consell: el desbloqueo del «barco de la esperanza» para que 1.400 refugiados sirios lleguen a tierras valencianas.

Con la certeza de este paquete de compromisos en la cartera, Puig paseó ufano al lado del líder del PSOE desde el Palau a la sede del partido. «Mire por los ciudadanos», le espetó una señora al candidato. «Diga usted que sí», contestó mientras saludaba a un tendero y a una pareja de turistas gallegos. «¿De dónde? «De Vigo». «Buen alcalde». Y un primo senador socialista, contestó el norteño.

«¿Alguien se cree que el Consell es extremista?»

«España no se merece estar gobernada or los extremeos, necesitamos una alternativa reformista»,. Es la opinión de Ximo Puig sobre el vídeo del PP contra los gobiernos «extremistas». «¿Alguien se cree que el Gobierno valenciano es extremista?», pregunró. Y causó a la derecha de ser «muy radical, y la valenciana, aún más». «Necesitamos más moderación, lealtad y capacidad de diálogo», sentenció.

Sánchez, por su parte, no necesitó preguntas para manifestar sobre la «falsa polémica» de las esteladas en la final de Copa que «no compartiendo su significado, la prohibición no es el camino. El fuego no se frena con más gasolina». «Rajoy agita banderas para no hablar del multazo» de la UE porel déficit.