Imberbe, con 1,65 de altura, estrecho de hombros, muy delgado y con una mirada aniñada bajo sus pobladas cejas. Así desembarcó el argelino Benabbou H. de la patera que le dejó en la costa de Almería el 23 de abril. Había dejado atrás su patria tras cruzar el Mediterráneo junto a otros doce compañeros de un peligroso viaje iniciado en Orán. A pesar de su aspecto físico, nadie creyó que Benabbou era menor de edad, que sólo tenía 16 años.

La policía lo detuvo, la fiscalía almeriense le practicó una prueba oseométrica que le calculó una edad de 19 años y medio al joven, y lo mandaron al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche, en Madrid, donde pasó dos semanas antes de recalar en el CIE de Zapadores de Valencia hace una semana.

Ayer, después de haber permanecido 27 días con adultos en estos centros de internamiento cuestionados por las organizaciones humanitarias, Benabbou consiguió demostrar que nació el 13 de junio de 1999 y que, por tanto, no ha cumplido todavía los 17 años. Lo hizo con la ayuda de su abogado de oficio, Francisco Solans, y gracias a su documentación personal, enviada por su familia desde Argelia y validada por el consulado argelino en Valencia.

Así, tras una odisea entre barrotes que el chaval ha vivido «muy asustado y con mucho miedo», según relata su letrado, la Fiscalía de Menores de Valencia decretó ayer que Benabbou es menor de edad. Al mediodía, el joven pudo recoger sus pertenencias del CIE de Zapadores y a continuación fue trasladado al Centro de Recepción de Menores de Monteolivete, bajo custodia de la Generalitat y fuera de la legislación de Extranjería. El CIE de Zapadores remitió a este periódico a la Policía Nacional en Valencia, cuyo portavoz recalcó que sólo han cumplido mandamientos judiciales. La injusticia ha estado acompañada de tensión en todo momento. Porque en el expediente inicialmente abierto a Benabbou H. figuraba una orden de expulsión dictada por el subdelegado del Gobierno en Almería. La orden podía ser ejecutada en cualquier momento y hubiera acabado con el joven deportado a su país de origen, pese a ser menor de edad.

Cuenta el abogado, que estaba en el turno de oficio del servicio de orientación jurídica del CIE de Zapadores cuando el lunes le llegó la petición de atención del joven argelino, que se quedó impresionado al ver su aspecto.

«¡Había que verlo! Sin un pelo de barba, con el cuerpo de niño. Se veía que era imposible que fuera mayor de edad», afirma Solans. Dice el letrado que Benabbou «tenía mucho miedo porque se veía rodeado de gente muy mayor» y que ahora ya está «muy aliviado».

El abogado denuncia que se siga recurriendo a las pruebas oseométricas para fijar la edad de un menor porque «no son fiables» y han sido criticadas ya por el Defensor del Pueblo. A su juicio, se usan para poder expulsar de forma «legal» a menores llegados de forma irregular.